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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Un momento de intensas definiciones para Cristina

Sabado, 09 de marzo de 2013 21:51
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¿Afectará la relación bilateral con Venezuela la muerte de Hugo Chávez? ¿Seguirá siendo Caracas uno de los socios fundamentales de la Argentina en materia económica? ¿Qué rol le cabrá a Cristina a partir de ahora en el bloque regional? Los interrogantes que surgen a partir del fallecimiento del líder venezolano son hoy de muy difícil previsión. Sin embargo, algo puede anticiparse: los negocios conjuntos con Venezuela no se detendrán, sobre todo porque es casi imposible que Nicolás Maduro no sea electo presidente en un mes.

Difícilmente Cristina Kirchner decida tomar el rol que ostentaba Hugo Chávez como articulador del bloque bolivariano. ¿Por qué no? Simple: la Presidenta está enfocada fuertemente en la política local y en las elecciones que en octubre pueden definir para siempre el futuro del kirchnerismo. Chávez no tenía empacho en abrazarse con el presidente de Irán, en criticar por cadena nacional a las grandes potencias mundiales y en financiar diversos movimientos políticos a lo ancho del planeta. Cristina no hará eso, y mucho menos en tiempos de vacas flacas a nivel económico.

Para la Presidenta la muerte de Chávez es mucho más que la pérdida de un amigo personal: implica políticamente la desaparición de un espejo en materia regional. Esto es así por la enorme cantidad de similitudes que ambos gobiernos estaban llevando adelante. Tanto Argentina como Venezuela aumentan su recaudación con índices espeluznantes de inflación, ambos tienen un férreo control cambiario y ambos tienen como enemigos públicos número uno a los medios masivos de comunicación. De todos modos, es difícil imaginar que la Venezuela de Maduro vaya a ser muy distinta a la de Chávez. Lo que cambiará será el perfil del conductor, quitándole casi con seguridad protagonismo mediático pero no político a Caracas en el Mercosur. Venezuela nada en petrodólares, lo que se desconoce es si continuará usándolos para expandirse a nivel mundial o si los empezará a utilizar para paliar las grandes deficiencias sociales que aún persisten con el chavismo.

Cristina sabe a la perfección que a partir de ahora entrará en un fuerte dilema político: aumentar su influencia regional producto del volumen de la economía argentina o dejar ese lugar en manos de otro mandatario. Allí suena fuerte el nombre de Rafael Correa. El ecuatoriano, que acaba de ser reelecto por una amplísima mayoría, es quien más se parece al estilo ultrapersonalista de Chávez. En Quito, aunque parezca contradictorio con el discurso antinorteamericano, el dólar es la moneda de uso corriente.

La despedida anticipada

¿Por qué Cristina se fue antes del funeral de Chávez si el bolivariano la acompañó hasta último momento cuando murió Néstor Kirchner? El Gobierno nunca explicó eso con claridad, incrementado así los rumores de que buscó evitar una foto con el negacionista presidente iraní en medio de las negociaciones por la Amia. La Casa Rosada negó esa versión, pero no dio otra para eclipsarla del todo. Una foto entre Cristina y Mahmud Amadinejah no hubiese sorprendido a nadie: por orden de esos dos mandatarios ambos cancilleres se dejaron fotografiar en el escandaloso acuerdo por el atentado de 1994. El miedo del kirchnerismo era básicamente su interpretación en los medios de comunicación, que casi con seguridad sugerirían una alianza económica que en Teherán dan por segura.

¿Fue un error haber decretado tres días de duelo en Argentina como sugirieron algunos? No, lo que fue una grosera equivocación es haberle dado solo dos a la tragedia de Once, donde murieron 51 argentinos por la desidia del Estado en materia de control. Con ese tema el kirchnerismo sigue teniendo una postura irritante para los familiares: en vez de solidarizarse realmente con ellos, se desconoce su reclamo y también los errores que provocaron la masacre.

El modelo kirchnerista difiere en muchas cosas con el chavismo: en Argentina no hay presos políticos, no hay civiles armados por el Gobierno y la justicia es mucho más independiente. Pero hay una coincidencia fundacional: ambos mantienen el poder exclusivamente en torno a su sombra.

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