inicia sesión o regístrate.
Desde estas mismas páginas, el 27 de agosto de 2011, publicaba una columna en la cual planteaba que Salta necesitaba de vivienda, educación y financiamiento como una manera conocida y probada de comenzar a atacar la pobreza estructural vigente en la provincia.
Planteaba que Salta es una provincia pobre, con elevados índices de pobreza e indigencia, que estos responden a problemas estructurales, y que la única forma de atacarlos era comenzar con políticas públicas que apunten a esos tres pilares.
Es muy difícil hacer que familias pobres alcancen lo que sería una clase media sin una ayuda cierta y efectiva del Estado y mucho más que adultos pobres alcancen la deseada clase media en lo que queda de vida. La única forma de comenzar a trabajar en una solución cierta es reconocer el problema como tal y enfrentarlo con políticas de Estado.
Políticas de Estado que trasciendan los gobiernos, tendientes a proveer de educación y vivienda a familias numerosas de bajos ingresos de manera tal que los niños de esas familias, que son las próximas generaciones de la provincia, tengan las herramientas para empezar a dejar de ser pobres. Educándolos y proveyéndoles de una vivienda propia se les facilita este posible ascenso social.
La vivienda es importante porque el hecho de crecer dentro de un núcleo familiar con casa propia influye muchísimo en el futuro de los chicos, tanto desde un punto de vista psicológico como también de salud y alimentación, permitiendo que posean los servicios básicos para tener una niñez que sea lo mejor posible. Agua, gas y luz evitan enfermedades y permiten mejorar la alimentación también, dado que la higiene y facilidad en la cocina y en el baño de esas familias potencia el desarrollo de los chicos.
La problemática presentada en estos días con las casas del Instituto Provincial de la Vivienda en Lomas de Medeiros muestra justamente un error en la política habitacional provincial, dado que se intenta adjudicar casas a personas que poseen ingresos superiores a los $15.000. Esto implica que quedan afuera los sectores medios-pobres, dado que no llegan a ese monto y menos aún si se suma la entrega inicial de $75.000.
Adicionalmente, hay una transferencia de riqueza importante a un sector que no se encuentra necesitado e imposibilitado de llegar en un futuro a una vivienda como los que realmente la necesitan y tienen ingresos bajos. Los recursos del Estado son escasos, las necesidades de la población ilimitadas, hay que asignarlos eficientemente. El caso Lomas de Medeiros muestra una asignación poco eficiente de recursos.
Lo que se debería hacer, dado lo avanzado del problema, es subastar las casas de dicho barrio a precios de mercado. No hay que olvidar que esos terrenos son de los más caros que hay en la ciudad por su ubicación. Se pueden obtener fondos importantes subastándolas y utilizar dichos fondos para hacer viviendas que sí estén al alcance de los sectores medios y bajos.
En el caso que exista una voluntad política de ayudar a sectores medios altos, lo que se puede hacer es un programa de subsidios de tasas hipotecarias para dicho sector. Se provee de cierta ayuda para que obtengan su primera vivienda, pero volcando el grueso de la ayuda a los sectores medios bajos.
Lo difícil es que éstas no son acciones con resultados en el corto plazo, que se puedan mostrar a la “tribuna electoral”, sino que son acciones cuyos resultados se empezarán a ver en el mediano y largo plazo. Para comprometer presupuestariamente a la Provincia en estos conceptos, que no van a tener una respuesta electoral cortoplacista, es necesario contar con verdaderos estadistas, que en su interior sepan que lo que están haciendo es lo correcto, y que por más que el medio en el que están no lo valore ahora, en el futuro se sabrá que hicieron, y mucho, para que Salta sea una provincia mejor.