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Reconoció el incesante incremento del narcotráfico y del consumo de drogas en la juventud del norte provincial.
Primero lo garrotearon sus propios paisanos. El ministro de Gobierno de la provincia, el conocido renovador-urtubeísta y, por asociación o convencimiento, cristinista, Julio César Loutaif, recibió un fuerte golpe en donde, supuestamente, más le debería doler, su autoestima, cuando los concejales oranenses lo repudiaron por inacción y ausencia de compromiso con la gente. El repudio de los ediles se hizo extensivo a la represión policial contra trabajadores cooperativistas el miércoles 3 de este mes en la entrada sur de la ciudad de Orán.
Y se abundó en ejemplos sobre la apatía social del ministro político del Grand Bourg, además de señalarse “su avidez” por merecer, es un decir, una candidatura a diputado nacional. Para satisfacer esa ambición, se dijo, apela a cualquier recurso, sea o no agraviante.
También se mencionó su origen procesista, y su ignorancia sobre asuntos de actualidad, como la situación del secretario Legal y Técnico, Robbio Saravia, después del escándalo que lo envolvió.
Lo más suave que se dijo de Loutaif fue “inoperante”.
Después él, por cuenta propia, se aplicó otro furibundo golpe.
Ello sucedió recientemente cuando, en representación del gobierno urtubey-cristinista, reconoció en una entrevista radiofónica el incesante incremento del narcotráfico y del consumo de drogas en la juventud del norte de nuestra provincia.
Loutaif omitió decir qué medidas, si las hay, tomó o está tomando el gobierno al que pertenece para contrarrestar el avance del feroz flagelo. Sólo señaló que el secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, se comprometió a reforzar la frontera y a instalar radares en la zona, promesas que suenan a cuento, por lo viejas y reiteradas. Tampoco dio su opinión sobre el estado de indefensión en que está Salvador Mazza luego del retiro de Gendarmería. Como en algunos cuestionarios: “no sabe, no contesta”.
El panorama en toda la región fronteriza salteña, por presencia y acción del narcotráfico, y por el auge del consumo por parte de los jóvenes, es asaz preocupante, cuando no caótico. En ese cuadro también se podría incluir a esta ciudad capital, en cuyos barrios periféricos el paco, llamado “la droga de los pobres”, hace estragos. Drogas mayores, como la cocaína, han dejado, tiempo ha, de ser exóticas en este valle “de lágrimas y de Lerma”, como dijo el vate.
La indiferencia y desconocimiento de los problemas, necesidades y aflicción de la población que exhibe el ministro Julio César Loutaif, solamente preocupado, como se asegura, por sus posibilidades electorales, aparecen como fiel reflejo del gobierno lugareño.
Los casos de espionaje y presiones a funcionarios policiales completan el paisaje. Pero, a tono con el dicho, ¿qué le hace una mancha más al tigre, no?