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Blanqueo de capitales: ¿el último manotazo?

Lunes, 13 de mayo de 2013 01:43
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El Ciadi es un tribunal internacional que interviene en la resolución de controversias económicas.

El Gobierno anunció un “blanqueo de capitales”. En esos términos se expresaron ministros, legisladores oficialistas y hasta la mismísima Presidenta de la Nación. Primero fue presentado con soberbia. Una especie de coronación del “exitoso proyecto kirchnerista”. Luego, ante la crítica infalible y burlesca, se mostró como el único “camino de nuestra salvación”. Por estas horas muchos tienen la sensación que se trata del “salvavidas” de unos pocos y el hundimiento de todos.

¿Qué es el blanqueo de capitales? Es una operación financiera por la cual dinero o activos obtenidos a través de actividades ilícitas son ingresados al sistema financiero de un país como si fuesen fruto de actividades lícitas. En términos ciudadanos: es un delito mediante el cual se simula que se obtuvo legal y honestamente dinero que en realidad se obtuvo ilegalmente. El “blanqueo de capitales” es la culminación de un proceso delictivo, que comienza con la concreción de actividades ilícitas varías y luego, blanqueo mediante, el dinero ingresa al mercado financiero para “lavarse” o “licuarse”.

Cuando nuestros arrogantes funcionarios anuncian con bombos y platillos esta “gran idea”, nos dicen que quiénes tengan dinero obtenido a espaldas de la ley, mediante la comisión de delitos como narcotráfico, contrabando, corrupción, etc., podrán disponer de esos fondos libremente. Como si esto fuese poco, el Gobierno “garantiza” que no preguntará de dónde salió el dinero ni cómo se obtuvo y tampoco impondrá sanciones administrativas o penales ni reclamará impuestos atrasados.

El viceministro de Economía, durante el anuncio, aseguró sin inmutarse que mientras el mundo atraviesa una terrible crisis, Argentina sigue creciendo de la mano del proyecto kirchnerista. Lo que el viceministro no dice o no sabe es que en las crisis del mundo desarrollado no mueren niños por falta de insumos hospitalarios, no hay drogadictos asaltando y matando gente en las calles, no hay ríos contaminados por líquidos cloacales ni las escuelas se usan para lavar cerebros.

Tampoco en las crisis del mundo desarrollado a los adolescentes les venden drogas en “quioscos” barriales que funcionan amparados por funcionarios públicos, ni los gobiernos piden plata prestada con la excusa de realizar “obras de reparación histórica” para luego destinarla a financiar campañas políticas. Debería saber que en el mundo desarrollado la gente vive mejor que nosotros porque tiene gobiernos eficientes.

Lo que tampoco se dice es que el “blanqueo” oficializado procura obtener dinero que hoy Argentina no puede obtener de organismos de crédito. Antes de “inventar” esta especie de amnistía fiscal, el Gobierno intentó sacar un préstamo internacional.

Primero le dijeron que no. Luego le ofrecieron dinero a una tasa del 12% anual. Casi al mismo tiempo Bolivia obtuvo 5 veces más que Argentina y a una tasa del 4%. El mundo nos considera los peores y somos oficialmente menos creíbles que Venezuela y Cuba.

El Ciadi es un tribunal internacional de resolución de controversias económicas. Argentina acumula demandas en su contra por 20.000 millones de dólares. Es el país más demandado. Para colmo se niega a pagar juicios que ya perdió. Estamos de espaldas al mundo. Eso se nota cuando necesitamos de él. Argentina acumuló una inmensa deuda “interna”. El Gobierno le debe al Banco Central nada menos que 60.000 millones de dólares. Este dinero es ahorro de todos los argentinos que el Gobierno los sustrajo del Banco ilegalmente y nunca los devolvió. Lo hizo después de “sacar” a empujones al entonces presidente del Banco, Martín Redrado, y se llevó ese dinero sin pedir permiso al Congreso.

El ministro de Planificación, Julio de Vido literalmente “apretó” a los argentinos, diciendo que si no hay blanqueo de capitales se “enfriará la economía y se paralizarán las obras”.

Lo que no dice el ministro es que desde el mes de marzo la economía está estancada y que hace 3 años no se inician obras públicas.

En Salta, como el Gobierno no tiene obras para anunciar o inaugurar, se anuncian como “obras” hasta los cambios de inodoros rotos en los baños de las escuelas. Parece una burla, pero no lo es. Esto fue contado por una directora de escuela.

“Blanquear capitales” no es constitucionalmente posible en Argentina. Tampoco permite la Constitución las amnistías fiscales generales. Si una persona que ganó el dinero honestamente usa esta ley, la Justicia podría investigarlo y condenarlo por ingresar al sistema financiero fondos de origen desconocido. Esta amnistía solo conviene a gente cercana al Gobierno. Funcionarios y testaferros de una administración acosada por denuncias de lavado de dinero que rozan a la mismísima familia presidencial.

Puede verse como una avanzada o como una retirada del Gobierno. Porque a juzgar por las circunstancias, el vergonzoso “me quiero ir” del ministro de Economía ante la televisión griega podría transmitir el sentimiento de todo un Gobierno.

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