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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Remando en dulce de leche

Martes, 14 de mayo de 2013 10:55
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Salta sorprende a los mismos salteños. Las pretensiones electorales de algunos funcionarios parecen desopilantes pero, cuando hablan para fundamentarlas, ingresan al plano del delirio onírico. Hay cosas que no hubiera imaginado Federico Fellini. Ni siquiera Gabriel García Márquez.

Una de ellas es el candidato sin rostro, o con dos rostros, o descarado. A Rodolfo Urtubey no se lo conoce mucho en la provincia. Es cierto que se fue hace tiempo, cuando tenía 18 años, y no le fue mal. Entre otras cosas, fue colaborador directo de Carlos Grosso, aquel intendente de la era menemista que la historia convirtió en innombrable. De esa experiencia sacó varios frutos; uno de ellos, que no es menor, un departamentito en Puerto Madero. Dicen las malas lenguas que el Tolo Urtubey no se parece en nada a la rusticidad del Tolo Gallego. Jamás! Por algo prefiere el roble de Eslavonia antes que el cedro de Orán cuando tiene que elegir el piso de su escritorio.

En lo que sí se parecen los dos Tolos es en la capacidad de hacer sufrir a los que ponen alguna expectativa en ellos.

El Tolo de Puerto Madero, por ejemplo, desespera a sus publicistas.

El primer drama de estos profesionales - drama, es un decir, porque la plata quita las penas - es entenderlo. La primera contradicción que no pueden resolver es cómo un gobernador monta la candidatura de un hermano nombrándolo funcionario y depositando en sus manos 187 millones de dólares, y que ambos nieguen que se trata de un acto de nepotismo. Es verdad que “nepotes” son los sobrinos del Papa y Tolo es simplemente el hermano de un gobernador al que solo imaginaría Papa -o presidente- el ocurrente diputado de lealtades fluctuantes que quiere convertir a la aburrida Legislatura en una fiesta del día del Estudiante.

Eslavonia y Transilvania

Con nepotismo, un fangote y todo, Rodolfo no consiguió que lo conozcan. Intentó con la televisión, pero batió récords de zapping.

Ahora bien, los publicistas que le hacen la campaña están tan confundidos que le propusieron un afiche con fotoshop, con el slogan nepotista “la misma sangre, la misma lucha”. El personaje que aparece sonriendo y peinado a la gomina en ese afiche no es Tolo; es peor, porque tiene cierta semejanza con el Conde Drácula, a pesar de que se decía que su preferencia es por Eslavonia y no por Transilvania. Cuando se dieron cuenta, gracias a Daniel Chocobar, de que “Sangre” más “Drácula” es demasiado, cambiaron el afiche, pero dejaron el fotoshop. El nuevo lema es “la misma lucha por una Salta más justa”. Y cuando el empecinado cronista de Villa Cristina insistió en que el cambio de afiches era síntoma de improvisación, Tolo dirigió la atención hacia los pobres -es un decir- publicistas afirmando que “ellos dijeron que se trata de una saga”.

Y agregó que “El Tribuno está haciendo campaña y está perdiendo la ética periodística”. ­Mirá vos quién habla de ética!. El procurador de Grosso; el propietario de Puerto Madero, que ni figura en los padrones de Salta.

La pregunta es la siguiente: ¿Se supone que la ética periodística obligaría al diario a ignorar las piruetas de campaña de un hombre gris, con una fortuna ajena para financiarla?.

Sigue la saga

La saga de los publicistas continúa, al parecer, con una pelea entre Rodolfo y Alfredo Olmedo. Esa es la lucha: ­Lucha de titanes por una Salta más justa!.

Pero no: la saga es otra. Como la candidatura del Tolo no levanta cabeza -y, en este caso no pueden reemplazarlo por Brindisi, y mucho menos, por Marcelo Cil- quieren apuntalarla con candidatos fuertes. Probablemente, alguno encontrarán, pero no todavía.

La carta fuerte parecía ser la ministra de Derechos Humanos, la porteña María Pace, quien defraudó a todos con un mohín a la postulación: “No necesitamos candidatas elegidas a dedo”, explicó, con contundencia. Sin embargo, dejó la puerta abierta: “Si Urtubey me lo pide...”, agregó para puntualizar que “es obsceno hacer campaña ocupando un cargo”. Pero nadie debe pensar que se estaba refiriendo a Tolo Urtubey.

Para María Pace resultaría más difícil que para el “nepote” levantar una candidatura: un nene con graves lesiones y prácticas de “el submarino” en las guarderías a su cargo no son buena carta de presentación para quien se define “militante de los Derechos Humanos”, sin específicar, por cierto, dónde, cuándo y cuáles derechos humanos. Porque durante su gestión florecieron las torturas y la violencia policial; se discriminó públicamente a las minorías, se destruyó el IPPIS, se multiplicaron los casos de desnutrición en las comunidades originarias y Salta se convirtió en emblema de la violencia contra la mujer. Y ella, ni se dio por enterada.

Su candidatura, por cierto, no va a ser apoyada por ninguna organización de Derechos Humanos. Bastante tuvieron con Sergio Schocklender.

No es cierto que desde esta columna experimentemos algún resquemor contra los funcionarios con aspiraciones. Bueno, alguien podría pensarlo pero, en ese caso, que nos demuestre que algo de lo que aquí se insinúa es falso.

Es que la culpa no la tienen los publicistas y su saga. Es muy difícil remar en dulce de leche. Cuando los funcionarios, parientes o no, quieren levantar vuelo, aparecen los generosos repartos del ministro Alfredo De Angelis para con los suyos -sus negocios-, el éxito asombroso del contador Marcelo Cil, capaz de fabricar fortunas con un sueldo de asesor, o los escandaletes como el de Lomas de Medeiros que, mal que les pese, no se olvidan tan rápido.

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