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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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A 31 años del hundimiento del crucero General Belgrano

Jueves, 02 de mayo de 2013 20:59
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Hace algún tiempo el sobreviviente y tenor Darío Volonté contó: “Vi y escuché cómo el agua se tragaba al Belgrano y cientos de hombres”. Fue torpedeado por un submarino nuclear británico en el marco de la guerra de las Malvinas. Y con la nave se fueron hacia las profundidades oceánicas 323 marinos argentinos, entre ellos 20 salteños.

Aquel día, poco antes de las 16, el submarino inglés Conqueror recibió la orden de atacar a nuestro crucero. Su comandante no tardó en acatar la orden y dos minutos después, el Belgrano fue sacudido por una violenta explosión que mató prácticamente en el acto a 274 hombres. Era el primero de tres torpedos que lanzaría el Conqueror desde unos 5 kilómetros.

Segunda explosión

Momentos después ocurrió la segunda explosión. Esta vez, el torpedo dio en la parte delantera del barco, desprendiendo 12 metros de proa y causando su inclinación a babor (izquierda). El Belgrano estaba inmóvil y sin energía, pues ni la de emergencia funcionaba.

Tres minutos después del primer torpedo, a las 16.05, llegó la orden de zafarrancho de siniestro (evacuación). Los puestos de combate a lo largo del barco estaban gravemente dañados e irreparables. Se abrieron las puertas de la cubierta para evacuar a las partes inferiores de la nave, tarea que se dificultaba por la falta de energía y el pánico. En la cubierta principal, se ordenaba los procedimientos de emergencia. Una cubierta más abajo estaba el cuarto de radio, y cerca del camarote del comandante, el Centro de Información y Combate. Los daños allí habían provocado heridas al personal, pero todos llegaron a la cubierta principal.

Otros daños

En la sala de máquinas afectada por el primer torpedo no había sobrevivientes. El comedor fue otra área muy afectada con heridos, muertos y mucho humo que impedía la visibilidad a más de 30 cm.

Los tambores de combustible fueron arrojados al mar, mientras la Central de Tiro era evacuada. En las torres de popa, el humo era denso e irresistible pues el torpedo había impactado cerca de la santabárbara, destruyendo todo el sector.

Primeros auxilios

Luego de las explosiones, la enfermería comenzó a atender a las víctimas que llegaban bañadas en petróleo, quemadas o asfixiadas con el humo. Mientras tanto el personal de sanidad revisaba los camarotes. Cuando la tripulación llegó a la cubierta, lo primero que hizo fue acercarse a las “estaciones de abandono”. Habían 62 balsas salvavidas 10 de reserva. Mientras tanto, el jefe de sanidad aplicaba morfina en la cubierta a los heridos más graves y doloridos.

El hundimiento

A los ocho minutos del primer torpedo, la inclinación del crucero aumentaba un grado por minuto y ya tenía diez grados a babor (izquierda). Entonces se comenzaron a arrojar las balsas. Poco después, se estabilizó el barco y entonces se creyó que estaría más tiempo a flote, pero no fue así. Por eso, varios tripulante descendieron a las cubiertas para tratar de rescatar a sus compañeros pero murieron en el intento.

A las 16.23, el comandante Héctor Elías Bonzo ordenó abandonar la nave. La marejada dificultaba la visión y la comunicación entre las balsas. Algunas estaban repletas y otras, casi vacías.

A las 16.50, la inclinación era muy pronunciada y el final inminente. A las 17, el Atlántico terminó de engullir al crucero y a 323 argentinos, entre ellos 20 salteños.

 La suerte del General Belgrano

El General Belgrano fue un crucero de la Armada Argentina adquirido en EEUU por el gobierno de Juan D. Perón en 1951. Fue bautizado 17 de Octubre, pero la Revolución Libertadora lo rebautizó General Belgrano, luego de que lo usara para bombardear la destilería de YPF en Mar del Plata y amenazara a la de La Plata.

Fue botado en EEUU en marzo de 1938 y se llamó originalmente USS Phoenix.

A principios de 1940, fue destinado al Pacífico y el 7 de diciembre de 1941, día del ataque japonés a Pearl Harbor, el crucero se salvó milagrosamente. Luego siguió en el Pacífico hasta el final de la guerra.

Después de más de tres décadas de servicio en la Armada Argentina, en la fría tarde del 2 de mayo de 1982, durante la guerra de las Malvinas, el crucero General Belgrano fue impactado y mandado a pique por dos torpedos Mark 8, lanzados por el submarino nuclear británico HMS Conqueror.

Había sobrevivido al ataque a Pearl Harbor, a los ataques de kamikazes japoneses y a los feroces enfrentamientos en el Pacífico, pero en el Atlántico y en el Hemisferio Sur se le acabó la buena suerte, no solo ante el sigilo de la tecnología nuclear sino también ante una decisión estratégicamente equivocada de la dictadura militar.

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