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Conocemos a un señor que cuando alguien lo requiere para un trabajo se excusa diciendo: -Vea, don, yo soy viejito, enfermo, huérfano, viudo, y además hincha de River. Busque a otro.
Con eso, créase o no, suele zafar.
Traemos a colación lo de River Plate, club del que también es hincha este comentarista, porque, al parecer, influiría maléficamente sobre la conducta de algunos altos funcionarios públicos. Pongamos por caso a Juan Manuel Urtubey, el folklórico y deportista gobernador de nuestra provincia que, llevado por la pasión que siente por el equipo de la banda roja, habría dejado a un lado ciertos principios éticos (concepto demodé en esta era nacional y popular).
En estos días se dio a conocer una lista de los viajes realizados en el avión sanitario provincial por el mandatario (se estima que acompañado por algunos amigos suyos). La lista menciona unos 30 vuelos hacia distintos lugares del país, principalmente a Buenos Aires que, desde 2008 hasta el año pasado, efectuó el avión sanitario llevando como pasajeros a Urtubey y compañía.
Y coincidencia, o no, la mayoría de esas excursiones aéreas coincide con los cotejos protagonizados por River Plate, tanto en la primera división del fútbol argentino como en la primera “B”. También existieron otros destinos como Santiago del Estero (acto K), y Sunchales, Santa Fe, donde se presentó Juventud Antoniana, otro de los cariños oficiales, por así decirlo.
El asunto es que el avión sanitario de la provincia fue forzado a abandonar su cometido social en aras de “otros amores perros”, como bate el tango.
Y en este punto tenemos el caso de una señorita o señora Villagra que denunció que su hermana, de 60 años de edad y afectada por un cáncer terminal, tuvo que viajar 20 horas desde Rosario de Santa Fe “ya que (me copio de la crónica periodística) al pedir ayuda para su traslado urgente en el avión sanitario, el Gobierno provincial quiso cobrarle 62 mil pesos por este servicio”.
Y después vino el silencio del poder, que no es, de ninguna manera, el “silencio de los inocentes”, o de “los corderos”, si se desea una traducción literal.
Ni una palabra sobre el asunto. Los funcionarios se volvieron todos mudos. Sordos y con visión selectiva ya lo eran.
Caramba con esta pasión futbolera que lleva a algunos por el mal camino!
A los hinchas de River sus primos bosteros los llaman “gallinas”, ¿verdad? Las gallinas son aves pero no vuelan pues sus alas no les dan para tanto. Será que en esa falla y en el asunto del avión sanitario se habría inspirado el coplero:
Las gallinas tienen alas /
sólo para exhibición. /
Para volar no les sirven,
pero tienen el avión.