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El predio ferial de Palermo en Buenos Aires fue el lugar donde 56 galerías de arte, 16 de ellas extranjeras, expusieron una cuidada selección de obras entre pinturas, esculturas, fotografías, videos, la combinación de esos elementos entre sí y las denominadas “instalaciones”.
La muestra de arteBA, como en ediciones anteriores, pretende profundizar el coleccionismo, y si bien esta actividad vista como negocio o, en el otro extremo, como un hobbie, nos remite de inmediato a los costos, para quienes el arte es un efectivo respiro del alma es una oportunidad para evaluar lo que significa adquirir una obra y comenzar el camino del coleccionismo.
La feria es, básicamente, abrir las puertas al enamoramiento del arte, mirar, sentir y finalmente hacerla propia.
Y se habla en pesos, en momentos del país donde comprar en dólares es imposible.
En la 22ª edición que terminará mañana en la Rural, El Tribuno fue invitado a recorrer los stands donde cada galería montó cuidadosamente cada una de las obras, adecuando el espacio y la iluminación como elementos necesarios para llegar al observador.
Entrar en la feria estimula los sentidos, aún para los legos en la materia. Una diversidad de artistas jóvenes se mezclan con los de larga y destacada trayectoria y todos se integran, con fuerte presencia latinoamericana, con aquellos de países y culturas lejanas.
Colecciones privadas y museos
Las primeras compras fueron encabezadas por Chandon y Citi para el Malba-Fundación Constantini. En este caso fue una escultura de Mónica Girón, mientras que para la colección que será instalada en la nueva sede de la compañía Chandon, se otorgó el Premio Adquisición a tres obras del artista Alfredo Londaibere, dos de ellas de la serie “Flores y frutos” y la última producción de acrílicos con collage.
Las obras serán parte de La Maison Mo‰t Hennessy Argentina, ubicada en Barrio Parque y declarada Patrimonio Histórico por la Legislatura de Buenos Aires. En esta residencia funcionará la galería privada con colección propia.
Una de las áreas que captó mayor interés fue el llamado Barrio Joven Chandon, un espacio particularmente atractivo en el que se fusionó la creación del artista rosarino Leo Battistelli con la degustación de champagne, rodeado de stands donde artistas jóvenes y galerías emergentes mostraron la creatividad.
Cuando se comienza a recorrer este sector se percibe la provocación, el riesgo y la necesidad de generar la discusión sobre lo que se hizo, se transmite y se percibe. Y probablemente están más interesados en expresarse y experimentar en relación al observador, sin dejar de impresionar a los potenciales compradores.
Una fusión de pura creatividad
No en vano la instalación de Leo Battistelli, un rosarino radicado en Río de Janeiro, fue denominada “Temperantia”. Templanza, equilibrio emocional, serenidad ante la vida es lo que transmite. Con ese espíritu y una amplia mirada sobre la naturaleza, creó burbujas de cristal soplado inspiradas en el champagne, colgadas en más de 40 guías o cuerdas de fibras vegetales, que se conjugaron con formaciones de cerámica, porcelana y madera y un rincón de forestación con árboles y plantas naturales. En una pared sinuosa de madera ubicó las formaciones de cerámica imitando líquenes, brotes, esporas y filtraciones que realizó con caolines patagónicos y arcillas de Brasil.
“En todo lo que hago, en todo movimiento, trato de no generar un impacto nocivo en el ambiente, en la energía, intento tener cuidado, armonía. Para mí es muy importante la parte espiritual. Creo que las obras generan un impacto no solo visual, sino que hay otras vibraciones que ocurren, que no las vemos, que no entendemos pero que también nos movilizan. Mi obra puede gustar o no, pero va a movilizar a la persona que la observa”, resume.