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La peor pesadilla se convirtió en la más cruda realidad. Las esperanzas de encontrar con vida a Angeles se diluyeron en pocas palabras: fue hallada asesinada.
Ayer a la mañana, luego de una tensa espera que duró casi 24 horas, fue hallada sin vida Angeles Rawson, la joven de 16 años que era intensamente buscada desde el lunes. Su cadáver estaba dentro de una bolsa, atado de pies y manos, con una soga en el cuello y evidentes signos de haber sido violada.
La única testigo fue la planta III del Ceamse, la Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado, una empresa pública argentina encargada de la gestión de residuos sólidos urbanos del Gran Buenos Aires, incluyendo la Ciudad de Buenos Aires y 34 partidos de su conurbano.
Angeles había participado anteayer a la mañana de su última clase de gimnasia, casualmente en el Ceamse de Colegiales, donde las jóvenes del colegio “Virgen del Valle” tienen las prácticas deportivas.
Y después llegó el último mensaje a sus compañeras: “Voy a comer y vuelvo”, pero nunca volvió.
Para llegar a su casa solo necesitaba caminar unas cuadras.
Pistas claras
La fiscal de Saavedra Paula Azzaro comenzó una investigación para dar con su paradero, pero nada se supo hasta que ayer se halló un cadáver en el relleno sanitario de la Ceamse de José León Suárez.
Según se supo, el cadáver había sido trasladado en un camión desde la planta de Colegiales hasta el predio central de León Suárez.
Los investigadores tratan de reconstruir cómo fueron las horas de Angeles durante la jornada del lunes. Y tienen algunas pistas clave. A las 9.43 la empresa de telefonía celular informó que desde el aparato de la chica se hizo una llamada a una entidad bancaria que duró unos 10 minutos; a las 10.59 se hizo una recarga virtual de 50 pesos y a las 21.49 el teléfono se apagó.
Pero a partir de allí se apagaba también la vida de la joven.
El macabro hallazgo
Cerca del mediodía, cuando el personal de clasificación de la planta III se puso a trabajar, descubrió que en una de las bolsas estaba el cadáver de Angeles.
Y luego vendría el inesperado comunicado: “Siendo las 11.30 horas, operarios de la Planta de Tratamiento Mecánico Biológico, ubicada en el Complejo Ambiental Norte III de Ceamse, pudieron advertir la presencia de un cuerpo sin vida, de sexo femenino. Inmediatamente la empresa procedió a formular la denuncia penal correspondiente, dando intervención a la Comisaría 5ta. del partido de General San Martín”. Ya no había nada qué decir.
Cuando la guardia periodística conoció la noticia, la casa de la joven se convirtió en un hervidero.
Fue entonces cuando Cecilia, una de las tías de la menor, confirmó la trágica noticia al asegurar que “llamaron de la comisaría 31. Dijeron que sí, que es ella”.
La Policía Científica trabajaba en el predio para evitar perder las pocas pruebas que pudieran haber quedado en el cadáver, luego del traslado. Y se esperan los resultados de la autopsia para establecer con certeza a qué hora murió y en qué circunstancias.
Lucila, un ícono, y Diego, a quien nunca lo hallaron
El caso de Angeles Rawson hizo recordar al homicidio de Lucila Yaconis, una chica asesinada cuando se resistió a ser violada a pasos de su casa, en el barrio porteño de Núñez.
Su caso, aún impune, ocurrió el 21 de abril de 2003, en el paso a nivel de la calle Paroissien, cuando Lucila Yaconis, de 17 años, volvía del colegio y se cruzó con un hombre que intentó violarla. Ella se resistió y la mataron.
La madre de Lucila la buscó desesperadamente y se convirtió en un referente de la Asociación de Madres del Dolor reclamando un registro de violadores.
Pero casi un año después, el predio de la Ceamse de José León Suárez sería el escenario de una noticia policial a raíz de la desaparición de un menor de 15 años que habría quedado sepultado bajo un alud de basura.
Durante la madrugada del 15 de marzo de 2004, Diego Duarte, de 15 años, se internó en el basural en busca de metales o residuos.
Cuando pasó por el lugar un móvil policial controlando, precisamente, que la gente no hurgara entre la basura, el adolescente se escondió bajo un cartón entre los desperdicios, un área donde segundos después terminó sepultado bajo un alud de basura, pero el cuerpo nunca fue hallado.