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Policías antimotines lanzaron ayer chorros de agua, balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes atrincherados en la plaza Taksim y en el vecino parque Gezi de Estambul, Turquía, donde cientos de personas estaban concentradas desde hace más de dos semanas para protestar contra la destrucción de un parque para reemplazarlo por un centro comercial. Al menos 29 personas resultaron heridas.
Lo que en principio comenzó como una simple protesta local para oponerse a la construcción de un centro comercial en el solar que ahora ocupa el parque Gezi, una de las pocas zonas verdes de Estambul, acabó convirtiéndose en una verdadera prueba de fuerza para el gobierno del primer ministro turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan.
A la media hora, la ofensiva de los policías antimotines había despejado el parque, dejando abandonadas numerosas tiendas de campaña multicolores. Poco después llegaron las topadoras mecánicas, que recogieron los escombros.
Anuncian una huelga
El mayor sindicato público turco, conocido por sus siglas KESK, anunció ayer varias medidas de protesta, incluida una huelga, en respuesta al violento desalojo del parque Gezi.
“El ataque de la Policía que ha sufrido el parque Gezi en Taksim es una salvajada”, arranca el comunicado, disponible en la web del sindicato, denunciando que “la Policía asaltó el parque de forma brutal, sin hacer caso de que hubiera niños y ancianos. Como ya anunciamos saldremos a las calles y las plazas para mostrar nuestra respuesta democrática. Mañana domingo (por hoy) anunciaremos las reacciones y actividades que adoptaremos, incluida una huelga”, concluye el texto.
Lejos de acallar la protesta ciudadana, la intervención policial parece haberla incentivado, ya que anoche, miles de personas de otros barrios de Estambul, incluido el lado asiático, empezaron a marchar hacia la plaza de Taksim.