inicia sesión o regístrate.
A pocos metros de la línea de frontera que divide la República de Bolivia y Argentina, la semana anterior, miembros de la Cancillería argentina, de la Gendarmería Nacional y del municipio de Aguaray se reunieron para avanzar en negociaciones entre ambos países con el objetivo de llevar el servicio de electricidad a esa porción de suelo salteño, el valle de Acambuco.
En ese lugar, de 25.000 hectáreas, residen 280 familias de campesinos y es la región que aporta diariamente 10 millones de metros cúbicos de gas a la matriz energética nacional.
Sin embargo, sus pobladores cuentan con electricidad, ni agua corriente y mucho menos con gas natural.
El Valle de Acambuco
Llegar al valle de Acambuco no es tarea fácil porque desde la ruta nacional 34 se deben recorrer 68 kilómetros de un camino de montaña, muy difícil de usar en los días de lluvias y en el que solo pueden transitar camionetas doble tracción.
Para arribar al paraje Colodro, lugar al que llegaron los funcionarios, se deben recorrer 50 kilómetros más en dirección norte. Allí solo diez familias habitan el lejano paraje, inhóspito y carente de todo servicio desde épocas inmemoriales.
Paradójicamente y solo como resultado de un principio de soberanía bien aplicado, del lado boliviano existe otra población tan escasa como del lado argentino, pero las condiciones para los lugareños es diametralmente opuesta. Ellos, por ejemplo, poseen electricidad, servicio de agua corriente y hasta unos pocos metros de la línea de frontera se extiende una ruta totalmente pavimentada que los comunica con el resto del departamento (provincia) de Tarija, más precisamente con la población de Caraparí de la que forman parte.
La cercanía del servicio eléctrico hace pensar que desde Argentina y con solamente una extensión de no más de 300 metros, se puede comprarle electricidad a la vecina República de Bolivianos.
.
.