El cerco parece cerrarse alrededor del portero y ahora sus abogados defensores deberán trabajar mucho para instalar la idea de su posible inocencia. Ayer los estudios de laboratorio confirmaron que la joven Angeles Rawson, asesinada entre el 10 y el 11 de junio, tenía piel de Jorge Mangeri, el conserje del edificio donde vivía junto a su familia en el barrio porteño de Colegiales.
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El cerco parece cerrarse alrededor del portero y ahora sus abogados defensores deberán trabajar mucho para instalar la idea de su posible inocencia. Ayer los estudios de laboratorio confirmaron que la joven Angeles Rawson, asesinada entre el 10 y el 11 de junio, tenía piel de Jorge Mangeri, el conserje del edificio donde vivía junto a su familia en el barrio porteño de Colegiales.
Los análisis abonan las sospechas sobre Mangeri, quien desde el 15 de junio está detenido como el principal imputado por el homicidio.
En primer lugar, durante la primera indagatoria ante la fiscal el portero se autoincriminó: “Soy el responsable... fui yo”. En los días siguientes, Mangeri se negó a declarar ante el juez de Instrucción 17, Javier Ríos, que tiene a su cargo la causa. En paralelo, sus abogados defensores intentaron descalificar esa primera y única declaración.
En segundo lugar, en el momento de su detención el hombre tenía rasguños y lastimaduras en su cuerpo (incluso visibles en una fotografía que dio vuelta por todos los medios) que su esposa, Diana Saettone, adjudicó a apremios ilegales que habría sufrido poco después de su detención, para presionarlo a que confesara el crimen. Otra vez sus abogados defensores, encabezados por Miguel Angel Pierri, se sumaron a esta postura y repitieron la versión.
Sin embargo, el ADN positivo en la uña del dedo índice de la mano derecha de Angeles avala el dictamen del médico de la Policía Federal, Alfredo Sapag, al revisar las heridas de Mangeri, en la madrugada del sábado 15, tras ser arrestado. Según el profesional, eran compatibles con lesiones de defensa de la víctima y otras autoinfligidas para disimular las que le pudo haber provocado Angeles.
Un tercer elemento que aún no quedó claro es qué hizo el portero el lunes 10, día en el que no fue a trabajar tras pedir licencia médica y en el que Angeles desapareció luego de haber asistido a su clase de gimnasia.
Nuevo testigo
Ayer el chofer de un taxi se presentó, poco después de las 19, en forma espontánea ante la fiscal María Paula Asaro. El chofer sería quien habría trasladado a Mangeri la noche que desapareció Angeles, entre las 22 y la medianoche, en un viaje de pocas cuadras y -según versiones- habría notado nervioso al portero.
El hombre, indicaron fuentes de la investigación, también podría incriminar a Sergio Opatowski, el padrastro de la víctima.
Faltan más estudios
Los primeros estudios de ADN sobre el cuerpo de Angeles, que ya están en el Juzgado de Instrucción 17, parecieron un golpe letal para la defensa de Mangeri, ya que la prueba puso directamente al portero en una virtual situación de ataque y a Angeles en un intento por defenderse.
Sin embargo, faltan más peritajes: al hilo sisal con el que ataron el cuerpo, en el que habría rastros de dos ADN y que podrían corresponderse al de varones, y a las pruebas recogidas en el sótano del edificio y en el departamento del portero.
Mientras las investigaciones prosiguen, se mantiene la incógnita sobre el motivo del homicidio. No obstante, la fiscal Asaro evalúa pedir el procesamiento con prisión preventiva del encargado del edificio.
Angeles Rawson (de 16 años) desapareció en la mañana del 10 de junio cuando volvía de su clase de gimnasia y, según probaron las filmaciones, llegó hasta el edificio donde vivía, aunque nunca ingresó a su departamento de la planta baja de Ravignani 2360, en el barrio de Colegiales.
Su cadáver apareció recién a la mañana siguiente en el predio de Ceamse de José León Suárez.
Prueba objetiva
La defensa espera informes más completos que definirán su estrategia: más detalles de lo que había en las otras uñas de Angeles y análisis del hilo sisal que la defensa de Mangeri usaría para hablar de la participación de más de un autor.
Ayer por la tarde, el abogado Marcelo Biondi, socio de Pierri y codefensor de Mangeri, recibió con prudencia la noticia del ADN en las uñas de Angeles: “Es una prueba objetiva que obviamente iba a ser utilizada en forma incriminante -dijo-. Es una prueba relevante pero esperamos todas las pericias de ADN para revisar todos los procedimientos. Nuestros peritos nos van a decir si el ADN fue plantado o no. Yo creo en el Cuerpo Médico Forense, pero lo vamos a revisar”.
El padre pidió más análisis al juez
Franklin Rawson, el papá de Angeles, se presentó ayer ante el juez del caso como querellante y pidió una serie de diligencias de prueba, mientras que a los periodistas les dijo que está “muy mal”, pero confía en “las instituciones para que se esclarezca”.
Rawson no quiso avanzar sobre la responsabilidad del portero Jorge Mangeri luego de que las pericias de ADN determinaran que había huellas de su ADN bajo las uñas del cadáver.
Su abogado, el exfiscal Pablo Lanusse, dijo que esta pericia demuestra que Mangeri quedó “en una posición delicada”, pues “este tipo de rastros evidencian un contacto en pleno forcejeo de la víctima con el agresor”.
Rawson habló ayer por primera vez con la prensa desde que desapareció su hija, de 16 años. Fue en la puerta del Palacio de Justicia, adonde llegó con su abogado para reunirse con el juez Javier Ríos y proponerle una serie de diligencias.
Lanusse señaló que pidieron estudios “detallados y contundentes” con peritos de partes, y un exhaustivo análisis psiquiátrico sobre el detenido “para determinar su parámetro conductual sexual”.