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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Inseguridad: la suma de todos los males

Sabado, 06 de julio de 2013 20:09
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Es indudable que los casos de inseguridad en la provincia no paran de crecer. Las variantes del delito han adquirido una dimensión que no se recuerda en la historia de Salta y cada uno de ellos va conformando una larga cadena donde un eslabón resulta más sorprendente, temerario y peligroso que el anterior.

Solo hace falta ingresar a los motores de búsquedas en internet o recurrir a los archivos periodísticos sobre las noticias policiales. La evolución en cantidad y calidad del delito en la provincia es sorprendente.

Así tenemos por ejemplo que lo que antes en la ciudad eran motochorros carteristas, “evolucionaron” hasta adquirir formas organizadas de salideras bancarias con importantes robos en su haber. Así mataron a una humilde mujer que golpeó su cabeza contra el pavimento cuando le arrebataron la cartera y así también se apropiaron de decenas de miles de pesos a la salida de los bancos.

Claro que la metamorfosis no quedó allí y tiempo después pasaron de las salideras a ser piratas del asfalto, armados y dispuestos a matar, tal como le ocurrió a un camionero que circulaba de noche por el macrocentro de la ciudad y fue interceptado por gente armada y en moto. Solo la suerte quiso que un balazo no le diera en la cabeza al chofer que, desesperado, embistió al ciclomotor haciéndolo estallar y provocando la huida de los delincuentes.

Pero también se puede analizar otra evolución del delito que por estos días tiene sin dormir a los comerciantes: los “rompevidrieras”. Audaces ladrones que pasaron de forzar cerraduras, a romper el frente vidriado de los negocios con total impunidad. La modalidad es rápida y queda siempre grabada en las cámaras de seguridad de los comercios damnificados, donde muchas veces se puede ver que el botín ni siquiera cubre el daño contra el local.

Las cámaras de los comercios detectan los movimientos, pero los ladrones no se sacan el casco para evitar ser identificados. Luego, ganar la calle donde aguarda un cómplice en moto, es el escape seguro; la falta de cámaras de seguridad en la vía pública (tantas veces prometidas) impide siquiera un rastreo de los ladrones. Ellos lo saben y aprovechan al máximo ese déficit.

En otra escala, con una crueldad y determinación que cuesta creer, están los últimos en la cadena: “los cortadedos”. De ladrones de colectivos pasaron a ser sanguinarios mutiladores que no dudan en amputar partes del cuerpo de sus víctimas, solo para provocar el daño físico y el dolor aleccionador. Así le ocurrió al colectivero que hace unos días cumplía con el recorrido por el sur de la ciudad. Cuando los asaltantes notaron que había accionado el “botón antipánico”, le amputaron su dedo índice con un cortacadena. Escalofriante.

El relato de una joven secuestrada hace unas horas se suma a esta realidad delictiva en la provincia, con el preocupante trasfondo de la trata de personas.

El narcotráfico mira todo desde arriba.

Día a día, los casos y las variantes del delito se hacen más comunes y violentas. Reflejan lo invariable y categórico de los hechos: la inseguridad crece a un ritmo tal que será cada vez más difícil controlar.

Casos tan violentos como temerarios sorprenden al salteño y a su confianza provinciana.

Son los ejemplos claros de un avance implacable del delito en casi toda la provincia.

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