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Siria, ¡no! Israel, ¿si?

Lunes, 23 de septiembre de 2013 02:27
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Las armas químicas se convirtieron en el tema central del enfoque de Oriente y Occidente en la dramática fragilidad diplomática desplegada ante la inminente guerra global con inicio en Siria.

La iniciativa rusa, y la aceptación Siria a la suscripción del acuerdo referido a la intervención sobre las armas químicas, se interpreta como un eficiente freno al avance en la decisión del masivo ataque programado por los Estados Unidos y sus aliados bajo el contradictorio lema: “Salvar las poblaciones en nombre de la democracia, bombardeándolas”.

Más allá de que este tipo de armas fuera usado por los rebeldes sirios, quienes ahora desconocen y restan toda validez al acuerdo del Gobierno sirio referido a este armamento, más allá de las amenazas del “ejército de la liberación” de usar las mismas contra los países limítrofes, hay una realidad concreta: la guerra sigue.

El presidente Bashar Al Assad sostuvo que si Siria acepta la opción propuesta por el Gobierno ruso sobre las “armas químicas”, no es cediendo ante los Estados Unidos y sus aliados, sino “a pedido de Rusia”.

Con tal respuesta, coloca al presidente ruso Vladimir Putin como protector de Siria delegándole la responsabilidad futura en caso de un ataque que se perpetúe con este tipo de armas.

Tiro por elevación a Israel

La “indirecta” de Al Assad al aceptar la propuesta rusa está referida en forma directa a Israel. El Gobierno de Damasco acusa a Tel Aviv de disponer de armas químicas, biológicas y nucleares.

De hecho, un dato para tener en cuenta es que Israel firmó pero no ratificó la Convención de 1993 que prohíbe las armas químicas.

Ante la actual actitud de Siria, el Ejecutivo israelí se encuentra comprometido a una definición en tal sentido, bajo pena de que pueda caer el acuerdo de Siria, ya que se exige que tal medida sea respetada por todos los países de la región.

Es decir que la comunidad de naciones a partir de ahora atenderá el tema de las armas químicas, mientras que el resto de las disputas y diferencias que generan los enfrentamientos en territorio sirio pasa a un segundo plano.

Por ello, indudablemente, la contrapartida del compromiso sirio es que compromete seriamente a Israel ante la comunidad de naciones a un idéntico proceder.

Con esto, Siria y Rusia lograrían su propósito: seguir la guerra en Siria con armas convencionales hasta extirpar totalmente a todos los rebeldes del ejército de liberación (Al Qaeda, Al Nustra); lograr que tal accionar sea “aceptado” por la Organización de Naciones Unidas como política interna del país y, lo más importante, poner a Israel entre la espada y la pared para que desmantele sus arsenales de armas de destrucción masiva.

El movimiento de las piezas diplomáticas en el “ajedrez” de Medio Oriente, se escapa triunfante ante el burdo “póker” al que acostumbran los Estados Unidos.

Ahora la situación se encuentra más complicada. Con el paso dado por Siria y Rusia, más la aceptación por el resto de los países, se involucra a todos en una obligación de actitud similar.

¿Con qué fundamentos los países que cuentan con armas de destrucción masiva podrán oponerse a una intervención para control sobre ellas?

Específicamente, ¿cómo hará Israel para no cumplir con una demanda en tal sentido?

Dramáticamente surge como única respuesta: usar ese arsenal prohibido.

En el paso dado en medio del conflicto en Siria hubo una sola ganancia: tiempo para posibilitar alguna receta que verdaderamente pueda asegurar una paz duradera.

Nada más.

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