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Paola Rodríguez y Noelia Rodríguez: dos chicas que, aunque con el mismo apellido, no tenían nada más en común que el destino trágico que acabó con sus vidas. Fueron asesinadas en circunstancias no aclaradas. Una cerca del peaje de Aunor, en el acceso a la ciudad de Salta y la otra en Guachipas, al sur de la provincia, pese a que en este caso, increíblemente, se desconoce aún el paradero de sus restos. Pero estas dos historias paralelas van tejiendo puntos en común a medida que transcurren las horas. Las dos desaparecieron casi al mismo tiempo; hubo denuncias pero sin resultados; la Policía -desorientada- intenta desviar la atención con argumentos como los que se escucharon en el primer caso. “Son crímenes cometidos en otros lugares y en Salta siembran los cadáveres”. Un absurdo. Noelia y Paola son números en las estadísticas de femicidios, pero también son dos casos demasiado próximos como para evitar una reacción negativa de la opinión pública. Se suma a ello que la gente está muy pendiente del juicio de las turistas francesas. El recuerdo de María Cash, cuyos rastros se perdieron en Salta, está muy fresco. Todo es un combo perjudicial para el Gobierno. Mientras, el temor, la incertidumbre y grados de angustia que no tienen límites, invaden a dos familias de las tantas que hasta aquí vienen sufriendo los efectos de la inseguridad y la negación.