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¿Sabías que la aspirina que tomas para aliviar el dolor de cabeza deriva de la corteza de sauce blanco? ¿O que la penicilina, el antibiótico que marcó un antes y después en la medicina, deriva de un hongo? Ni hablar de la morfina, un potente opiáceo con efectos analgésicos que deriva del fruto inmaduro de la adormidera.
Muchos de los medicamentos que son consumidos para aliviar distintas dolencias derivan de la naturaleza, en especial de las plantas. Aunque hoy para consumirlos atraviesan intensos procesamientos químicos, las bases farmacológicas fueron asentadas por la botánica tiempo atrás. Aquí hacemos un repaso por diversas plantas fáciles de sembrar y cuidar, que siempre es útil tener a mano para sentirse mejor.
Lavanda
La lavanda tiene un aroma riquísimo e inconfundible. Los romanos la utilizaban en sus baños y escondían sus flores entre sus ropas para ahuyentar a los mosquitos. Cuando llega la primavera o verano se empiezan a ver sus pimpollos violetas y se pueden aprovechar sus propiedades medicinales. Una vez que las flores están abiertas, se pueden cortar preferentemente durante la mañana e, idealmente, en un día soleado. Luego, se deben dejar secar a la sombra, a una temperatura menor a 35 grados. Realizar una infusión de lavanda es una excelente opción para calmar los nervios. Se debe hervir agua, añadir un puñado de flores y luego dejar reposar unos minutos. Se recomienda consumir dos tazas diarias, después de las comidas. La infusión también puede utilizarse para calmar la taquicardia, la irritabilidad y el insomnio.
Aloe vera
Se trata de una planta poco exigente y fácil de cuidar en interiores o exteriores. Su gel curativo se puede obtener durante todo el año. Se aplica directamente sobre la piel, ya que puede atravesar con facilidad las tres capas (epidermis, dermis e hipodermis) y, de esta forma, elimina bacterias y grasa que pueden estar bloqueando los poros. Además, su rico contenido en vitaminas, enzimas y minerales ayuda a la formación de células nuevas, evitando la formación de arrugas. Las propiedades de esta planta se inscriben también para la alergia, pudiendo reducir y hasta eliminar las reacciones ante algún patógeno. Aunque, para este uso, primero se debe verificar si la persona no reacciona a la planta al frotarla sobre la parte inferior del brazo. Si se observan cambios en la zona, se debe evitar su utilización. Es una planta útil en afecciones respiratorias como el asma. Para estos casos, se recomienda cocer en una olla varios trozos de hojas y respirar intensamente el vapor o frotar directamente sus jugos en las fosas nasales: los resultados son inmediatos.
Jengibre
No es tan fácil de cuidar como los ejemplos anteriores, pero definitivamente vale la pena el esfuerzo. El jengibre tiene efectos tan increíbles a nivel sistémico que hasta la ciencia se ha encargado de demostrarlo: reduce la inflamación del intestino grueso, previniendo el desarrollo de cáncer; disminuye hasta un 25 por ciento el dolor muscular; mejora los síntomas asmáticos; alivia los dolores menstruales; ayuda a combatir la hipertensión arterial y la lista sigue. Se puede consumir en forma de té, hirviendo su raíz en agua: con una cucharadita de miel es una fórmula excelente para combatir la gripe.
Perejil
Esta planta tiene una única exigencia: mucho sol. El perejil contiene los beneficios de los flavonoides, además de sus propiedades antibacterianas, antiinflamatorias y antioxidantes. Es también una gran fuente de las vitaminas C y K, ayuda a la digestión y a evitar el mal aliento; estimula el sistema inmunológico e inhibe los procesos cancerígenos. La mejor forma para disfrutar sus propiedades es cortarlo directamente de la planta y agregarlo en tus comidas. Se puede cultivar junto a la albahaca (excelente para el sistema digestivo y nervioso) y menta (ayuda al corazón y a aliviar las vías respiratorias).