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El gobernador no podrá decir que no estaba avisado de que las cosas no iban bien en el IPV: la gestión de Fernando Alesanco venía haciendo agua hace rato, tanto en materia de transparencia como de entrega de viviendas. Está el que hace y el que deja hacer: Alesanco hizo y Urtubey dejó hacer.
Se desconoce si Alesanco renunció por vocación propia o por un pedido explícito del jefe provincial, lo cierto es que ninguno de ellos se dignó a darle explicaciones a la gente sobre otra grave denuncia de corrupción en el Gobierno. Esto se da, ni más ni menos, justo en momentos en los que el Grand Bourg está sospechado de sobrevaluar una obra para arreglar un baño de Ceremonial por 240 mil pesos y áreas de la Secretaría General por casi medio millón.
La protección que le da el mandatario a sus funcionarios cuestionados, muy parecida a la que otorga Cristina a los suyos, no es un signo de fortaleza sino todo lo contrario. La sociedad no demanda complicidad en la clase política, demanda depurar a la corrupción. No es casualidad que los delitos con fondos públicos estén entre las cinco principales preocupaciones de la sociedad según todas las encuestas.
Al gobernador no le pareció extraño que funcionarios de su Gobierno se construyan mansiones con fondos para viviendas sociales ni que obtengan créditos en Procrear teniendo casas propias. Tampoco le parecieron graves los reiterados excesos policiales ni las irregularidades notorias de la fuerza en la investigación por las turistas francesas: Marcelo Lami, agradecido.