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A cincuenta años de la muerte de Girondo: entre tranvías y espantapájaros

Martes, 24 de enero de 2017 16:06

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"Yo no tengo una personalidad: yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mí, la personalidad es una especie de forunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad", explicaba el poeta Oliverio Girondo, allá por 1932, en uno de sus "Espantapájaros".

El escritor, con esa urdiembre de sentires heterogéneos, partió del mundo un día como hoy, 24 de enero de 1967. A cinco décadas de su muerte, su gesto rupturista e irónico, lo instala todavía entre los favoritos de los adolescentes, críticos y lectores más experimentados.


La potencia de la obra girondiana no se vincula con la cantidad de páginas escritas, sino con su afán experimental.

Según expresó el teórico literario Jorge Monteleone , el autor tiene "una continua potencia para situarse en la vanguardia, es decir, para producir en la poesía un imaginario que explora lo que está más allá de lo esperable, de lo habitual, de lo previsible. No se trata de que sea un niño, como Peter Pan, sino de que nunca envejece: Girondo siempre fue un adelantado"

El hombre experimental

La potencia de la obra girondiana no se vincula con la cantidad de páginas escritas, sino con su afán experimental. Él mismo era, en algún punto la vanguardia que supo defender entre las filas de la revista Martín Fierro, allá por 1924, con los ecos de la Gran Guerra y de la reforma universitaria del 18 en Córdoba, reverberando en el contexto histórico de sus primeras producciones.

"Girondo, en su primer libro, renovó por completo el diccionario poético argentino y con ello también la música del verso", afirma el teórico Martín Prieto


De este modo, en "Veinte poemas para ser leídos en el tranví­a", su poemario inicial, de 1922, relata: "Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda... " y aparecen las influencias de las vanguardias europeas por un lado y las cuestiones existenciales, por otro.

En este sentido, en su "Breve historia de la literatura argentina", el teórico Martín Prieto explica: "Girondo, en su primer libro, renovó por completo el diccionario poético argentino y con ello también la música del verso" Prieto afirma también que "los poemas son libres o en prosa, y no parece ésa una decisión ostentosa, sino natural, emparentada íntimamente con el vocabulario de Girondo, que es común sin ser bajo, que es coloquial sin ser callejero y que tiene la singularidad de no estar consagrado todavía por el uso poético".

Desde Florida a la gran Pantalla

Entre esta primera experiencia y su último poemario, En la masmédula, de 1953 pasaron tres décadas en las que también produjo algunos artículos y relatos. Estuvo casado con la escritora Norah Lange. Junto a ella, Borges y otros colegas integró el grupo de Florida, una corriente literaria destacada en nuestro país.

Además, sus poesías y las de otros autores se popularizaron a través del film "El lado oscuro del corazón", de 1992, de mano del recientemente fallecido Eliseo Subiela. Lo cierto es que Girondo vivió 75 años y signó el universo literario con su voz inquieta de adulto con espíritu de niño: jugó con la disposición de los versos, corrió los límites de lo poetizable a estableció una forma propia, valiosa e inigualable para nuestra cultura.

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