El 15 de marzo la nuera de Victoria Cárdenas le relató contó paso a paso cómo mató a su marido. “Se me fue la mano doña Victoria, se me fue la mano, perdonemé, así me recibió mi nuera apenas me bajé del colectivo que me trajo de Fraile Pintado, horas después de enterarme de que mi hijo agonizaba en el hospital San Bernardo”, dijo entonces Victoria Cárdena, madre de un joven albañil asesinado a golpes de puño y puntapiés por su propia esposa.
Victoria aseguró ayer en su domicilio de Villa Los Álamos, en Cerrillos, que no creyó en lo que le decía su nuera Nancy Graciela Quispe, hasta que llegó al hospital San Bernardo en la mañana del martes.
‘Estuve toda la mañana sin poder verlo hasta que a las 19 pude pasar. Lo encontré completamente entubado, no hablaba ya, pero yo le dije acariciándolo ‘qué te han hecho, hijo’ y entonces vi que de sus ojos se derramaba una lágrima. Fue terrible, salí casi de inmediato pues solo me dieron ese minuto para el adiós‘, relató.
‘Me corría en la sangre una inquina desconocida, una sensación extraña y extrema que solo una madre a quien despojan de su hijo puede sentir. No es odio, no es bronca, es el dolor de una herida que se sabe no tiene cura. Me sentí apuñalada, sangrante y a la vez piadosa de mis palabras‘.
‘Me dirigí a esa mujer, que estaba allí, en la puerta de la terapia intensiva, como si nada, como esperando el final para dos personas, mi hijo y yo. Me quedé helada al ver su frialdad y le dije, porque se lo dije como usted va a escuchar‘, relató Victoria con claro acento cerreño: ‘¿Qué le hiciste a mi hijo, qué le hiciste? Fue durísimo el cómo se lo dije, porque cada palabra me extrajo lágrimas amargas, lágrimas que solo la muerte puede sacar del corazón de una mamá. Me contestó: ‘Perdonemé doña Victoria, se me fue la mano, yo le pegué, le pegué primero con las manos y no se defendía, me decía ya está, ya está, no me pegués más y eso me dio más rabia y lo tiré al piso y no se defendía, solo se atajaba los golpes a la cara. Después le seguí pegando pero patadas en el torso y en el estómago hasta que se desvaneció’, así me contó, con toda frialdad. No, no puedo creerlo y yo escuchándola, sosteniendo el aliento para no reaccionar, esperando el milagro en la puerta de terapia intensiva‘.
‘Así es señor, usted puede preguntar por toda Villa Los Álamos cómo crié a mis nueve hijos, trabajando.
Todos ellos, los nueve, viven de su trabajo, nunca robaron, nunca señor. Mi hijo, en un rapto de locura se enamoró de esta mujer de la calle, adicta, y la enderezó en parte, pero ya ve... a precio de su vida‘, dijo resignada.
La mujer del albañil fue detenida y estuvo en esa condición varios meses hasta que por orden de un juez se le concedió la prisión domiciliaria.
En la dolida Villa Los Álamos, Yanet Olarte, hermana de la víctima dijo: “siempre le pegaba, siempre lo provocaba, y él no reaccionaba para no caer preso, ahora lo mató”, sentenció.
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El 15 de marzo la nuera de Victoria Cárdenas le relató contó paso a paso cómo mató a su marido. “Se me fue la mano doña Victoria, se me fue la mano, perdonemé, así me recibió mi nuera apenas me bajé del colectivo que me trajo de Fraile Pintado, horas después de enterarme de que mi hijo agonizaba en el hospital San Bernardo”, dijo entonces Victoria Cárdena, madre de un joven albañil asesinado a golpes de puño y puntapiés por su propia esposa.
Victoria aseguró ayer en su domicilio de Villa Los Álamos, en Cerrillos, que no creyó en lo que le decía su nuera Nancy Graciela Quispe, hasta que llegó al hospital San Bernardo en la mañana del martes.
‘Estuve toda la mañana sin poder verlo hasta que a las 19 pude pasar. Lo encontré completamente entubado, no hablaba ya, pero yo le dije acariciándolo ‘qué te han hecho, hijo’ y entonces vi que de sus ojos se derramaba una lágrima. Fue terrible, salí casi de inmediato pues solo me dieron ese minuto para el adiós‘, relató.
‘Me corría en la sangre una inquina desconocida, una sensación extraña y extrema que solo una madre a quien despojan de su hijo puede sentir. No es odio, no es bronca, es el dolor de una herida que se sabe no tiene cura. Me sentí apuñalada, sangrante y a la vez piadosa de mis palabras‘.
‘Me dirigí a esa mujer, que estaba allí, en la puerta de la terapia intensiva, como si nada, como esperando el final para dos personas, mi hijo y yo. Me quedé helada al ver su frialdad y le dije, porque se lo dije como usted va a escuchar‘, relató Victoria con claro acento cerreño: ‘¿Qué le hiciste a mi hijo, qué le hiciste? Fue durísimo el cómo se lo dije, porque cada palabra me extrajo lágrimas amargas, lágrimas que solo la muerte puede sacar del corazón de una mamá. Me contestó: ‘Perdonemé doña Victoria, se me fue la mano, yo le pegué, le pegué primero con las manos y no se defendía, me decía ya está, ya está, no me pegués más y eso me dio más rabia y lo tiré al piso y no se defendía, solo se atajaba los golpes a la cara. Después le seguí pegando pero patadas en el torso y en el estómago hasta que se desvaneció’, así me contó, con toda frialdad. No, no puedo creerlo y yo escuchándola, sosteniendo el aliento para no reaccionar, esperando el milagro en la puerta de terapia intensiva‘.
‘Así es señor, usted puede preguntar por toda Villa Los Álamos cómo crié a mis nueve hijos, trabajando.
Todos ellos, los nueve, viven de su trabajo, nunca robaron, nunca señor. Mi hijo, en un rapto de locura se enamoró de esta mujer de la calle, adicta, y la enderezó en parte, pero ya ve... a precio de su vida‘, dijo resignada.
La mujer del albañil fue detenida y estuvo en esa condición varios meses hasta que por orden de un juez se le concedió la prisión domiciliaria.
En la dolida Villa Los Álamos, Yanet Olarte, hermana de la víctima dijo: “siempre le pegaba, siempre lo provocaba, y él no reaccionaba para no caer preso, ahora lo mató”, sentenció.
Dato: Los familiares calculan que el joven Olarte recibió 10 puntapiés antes de morir.