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Venezuela cerró el año sumergido en un profundo conflicto social

Jueves, 28 de diciembre de 2017 12:50

Venezuela, conducida hoy por Nicolás Maduro, y dada la radical desigualdad entre el capital y el Estado en el mundo contemporáneo, mantenerse en el gobierno no es garantía del avance de la izquierda; no así una comunidad fuerte y organizada que pueda resistir los ataques de un gobierno de derecha mejor que el fracaso de un gobierno de izquierda. Esa es la regla que da cuenta de cómo se va corriendo el cerco hacia el lado correcto de la historia.
Luego de la muerte de Hugo Chávez en el año 2013, a muchos nos surgió la pregunta sobre qué ocurriría en el Palacio de Miraflores después de él. El socialismo del siglo XXI estaba en duda por el antagonismo de los continuadores del proyecto: Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. A pesar de ello, a cuatro años del fallecimiento de Chávez, el régimen logra mantenerse vigente, aunque cada vez con métodos más criticables y una fuerte degradación de su fuerza política.
Hoy Caracas está inmerso en una mesa de negociación que parece dirigida a comprar tiempo por parte del gobierno, aun cuando ha sido mediada por el Vaticano y los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, luego de una dura temporada de protestas y manifestaciones de la oposición.
Venezuela pasó a ser un lugar ficticio, al que moderados y conservadores siempre encuentran motivos para atacar, y al que socialistas o comunistas intentamos defender sin tener muy claro qué está pasando efectivamente allí, como señalara Gabriel Delacoste. El gobierno de Maduro se ha transformado para el imaginario colectivo en la representación de los excesos del populismo, el desprecio por la democracia, el descontrol de la economía, convirtiéndose en una de las principales armas discursivas de la derecha y del centro en contra de la izquierda, en especial en estos tiempos difíciles del poschavismo, con el fin retórico de que se reniegue de él y así tener una prueba más de que el socialismo, en cualquiera de sus variables, lleva a la crisis.
Este fue uno de los peores años desde por la confusión que se profundizó si se pone sobre la mesa quiénes respetan la Constitución; quiénes apelan a la violencia como forma de acción política; o quiénes tienen un actuar democrático, dado que a partir de ellas se replican discusiones entre el bien y el mal. A pesar del laberinto del terror y la legalidad, ello no nos debe limitar a hacer lo que realmente importa en política: elegir un bando. Hoy Venezuela, está sumergida en una verdadera crisis económica, y en los últimos meses el estallido social fue muy grave.
Las diferentes marchas en distintas ciudades, levaron a la represión total, como si estuviera un gobierno de facto. Las protestas dejaron más de 150 personas fallecidas, y miles de heridos, y cuantiosos daños materiales y que a la hora de reflexionar nadie lo hizo, y por encima de esto los actuales funcionarios se ríen de la crisis y de la gente. Y el país caribeño, cerró el 2017 con una inflación del 2.000 por ciento, un caso histórico.
 Y este mes fue fatal para la prensa de ese país, porque cerraron emisoras de radio y TV sacadas del aire y periódicos sin papel: 69 medios cerraron en Venezuela en 2017, en medio de una escalada de agresiones contra periodistas de los medios más importantes. Todo un tema.

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Venezuela, conducida hoy por Nicolás Maduro, y dada la radical desigualdad entre el capital y el Estado en el mundo contemporáneo, mantenerse en el gobierno no es garantía del avance de la izquierda; no así una comunidad fuerte y organizada que pueda resistir los ataques de un gobierno de derecha mejor que el fracaso de un gobierno de izquierda. Esa es la regla que da cuenta de cómo se va corriendo el cerco hacia el lado correcto de la historia.
Luego de la muerte de Hugo Chávez en el año 2013, a muchos nos surgió la pregunta sobre qué ocurriría en el Palacio de Miraflores después de él. El socialismo del siglo XXI estaba en duda por el antagonismo de los continuadores del proyecto: Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. A pesar de ello, a cuatro años del fallecimiento de Chávez, el régimen logra mantenerse vigente, aunque cada vez con métodos más criticables y una fuerte degradación de su fuerza política.
Hoy Caracas está inmerso en una mesa de negociación que parece dirigida a comprar tiempo por parte del gobierno, aun cuando ha sido mediada por el Vaticano y los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, luego de una dura temporada de protestas y manifestaciones de la oposición.
Venezuela pasó a ser un lugar ficticio, al que moderados y conservadores siempre encuentran motivos para atacar, y al que socialistas o comunistas intentamos defender sin tener muy claro qué está pasando efectivamente allí, como señalara Gabriel Delacoste. El gobierno de Maduro se ha transformado para el imaginario colectivo en la representación de los excesos del populismo, el desprecio por la democracia, el descontrol de la economía, convirtiéndose en una de las principales armas discursivas de la derecha y del centro en contra de la izquierda, en especial en estos tiempos difíciles del poschavismo, con el fin retórico de que se reniegue de él y así tener una prueba más de que el socialismo, en cualquiera de sus variables, lleva a la crisis.
Este fue uno de los peores años desde por la confusión que se profundizó si se pone sobre la mesa quiénes respetan la Constitución; quiénes apelan a la violencia como forma de acción política; o quiénes tienen un actuar democrático, dado que a partir de ellas se replican discusiones entre el bien y el mal. A pesar del laberinto del terror y la legalidad, ello no nos debe limitar a hacer lo que realmente importa en política: elegir un bando. Hoy Venezuela, está sumergida en una verdadera crisis económica, y en los últimos meses el estallido social fue muy grave.
Las diferentes marchas en distintas ciudades, levaron a la represión total, como si estuviera un gobierno de facto. Las protestas dejaron más de 150 personas fallecidas, y miles de heridos, y cuantiosos daños materiales y que a la hora de reflexionar nadie lo hizo, y por encima de esto los actuales funcionarios se ríen de la crisis y de la gente. Y el país caribeño, cerró el 2017 con una inflación del 2.000 por ciento, un caso histórico.
 Y este mes fue fatal para la prensa de ese país, porque cerraron emisoras de radio y TV sacadas del aire y periódicos sin papel: 69 medios cerraron en Venezuela en 2017, en medio de una escalada de agresiones contra periodistas de los medios más importantes. Todo un tema.

 

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