Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

"Soy carrero de alma, para toda mi vida"

Luis Oropeza se reconvirtió después de trabajar 30 años en un carro.
Domingo, 31 de diciembre de 2017 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Todavía recuerda con nostalgia cuando tenía 15 años y se subió al carro para empezar una dura vida de trabajo. Hijo de un carrero, Luis Oropeza trabajó durante 30 años en un carro tirado por un caballo, sol a sol y día a día para poder subsistir. "Toda mi vida estuve arriba de un carro", sintetiza.

Hoy tiene 45 años, esposa, un hijo y un cambio en su herramienta de trabajo. El es uno de los más de 100 carreros que reconvirtieron su actividad con el fin de la tracción a sangre.

Sus palabras suenan sinceras y con una bronca que se acumuló durante muchos años. "Pensaba que nunca iba a pasar esto. Nos habían mentido mucho, estábamos hartos", señala. Luis vive en barrio Ceferino y entregó su caballo a cambio de una motocarga.

Reconoce el trabajo que hizo el intendente Gustavo Sáenz para poner fin a la tracción a sangre, aunque pide que todos sus compañeros tengan soluciones. Aunque en el municipio se entregaron 200 carros, Luis señala que en la ciudad eran cerca de 500 los carreros.

"A mí me prometieron y ahora cumplieron, pero a muchos les pusieron trabas. Esperemos que cumplan con todos, porque a nosotros nos sacaron de raíz", dice con firmeza. Y agrega que los funcionarios se pongan en lugar de ellos y que con los 6.500 pesos que reciben de subsidio, mientras dura el proceso de reconversión, es imposible vivir.

Con su nuevo medio de transporte vende tierra, macetas y portamacetas. En la zona en que más vende es en el sur de la ciudad: Intersindical, El Tribuno y San Carlos son su radio de acción. Si bien reconoce que con la motocarga es más rápido el desplazamiento, también es consciente que la realidad económica nacional y provincial hizo caer las ventas.

"Es un trabajo saludable y nosotros somos personas muy humildes". Esa es la definición que Oropeza da de los denominados carreros. El hombre hace un enorme reconocimiento a los caballos, al extremo que lo toma como un miembro de su familia.

"Gracias a los caballitos todos los carreros dábamos de comer a nuestras familias", asegura. En otro tramo de su relato cuenta que ellos gastaban lo que tenían que gastar en el caballo, esto implicaba el alimento diario y las vacunas necesarias. "El caballo era parte de la familia y nos daba el pan de cada día", sentencia.

Con un poco de vergenza en su rostro confiesa una cosa: "Me está costando adaptarme a la moto. Es que no sabía ni manejar, siempre estuve arriba de un carro tirado por un caballo. Yo soy carrero de alma y a eso lo tengo grabado para toda mi vida". Consultado por sus sueños en esta nueva etapa laboral, dice en voz alta: "Esperamos que en algún momento podamos da un salto y tener un mejor vehículo que una moto".

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD