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2018 será clave para Cambiemos. Según predicciones de agencias internacionales o consultoras privadas nacionales, el país volverá a crecer este año, lo que significa que por primera vez desde 2011 lo hará en dos períodos consecutivos. Así, terminaría la "maldición" de crecer solo en los años impares y caer en términos de PBI (producto bruto interno) en los años pares, a la que Argentina parecía estar condenada. Los más optimistas estiman que el crecimiento del país tocará los 4 puntos, mientras que los más escépticos afirman que el alza llegará a los dos puntos.
Pero no todo será "color de rosa" para Cambiemos. Después de dos años al frente del Ejecutivo nacional, hay indicadores sociales que por el momento no tuvieron una mejora significativa. Los esfuerzos por contener la inflación, por bajar la pobreza y la informalidad en el mercado laboral, por ahora, siguen siendo en vano o por lo menos están costando más de lo que el mismo Gobierno pensaba. Además, el déficit fiscal también está dentro de la columna del "debe" en las cuentas del país.
Este año comienza con indicadores un poco desalentadores para el Gobierno nacional. La pobreza (28,6% al primer trimestre de 2017) e indigencia (6,2%) siguen siendo altas. La tasa de desocupación (8,3% al tercer trimestre del año) y la del empleo en negro (34,4%) siguen también elevadas. La inflación tampoco afloja. La semana pasada trascendió que el Gobierno nacional espera un indicador en diciembre que se ubique en torno del 2,5%. Si esto finalmente ocurre, el 2017 cerrará con inflación acumulada del 23,5%, muy lejos de la meta que se propuso Cambiemos para este año.
Argentina, al igual que todos los países de la región, gasta más dinero del que ingresa a las arcas estatales. Un informe del Banco Mundial expresa que el déficit de Argentina es del 7% del PBI, lo que pone en alerta al Gobierno.
El problema del déficit fiscal es que existen solo dos maneras de financiarlo: emitir deuda pública o emitir moneda, lo que en un determinado período termina siendo una bomba de tiempo y desestabilizando la economía. Es por eso que muchos economistas aseguran que seguir permitiendo el crecimiento del gasto público es firmar un certificado de defunción. Las últimas grandes crisis que vivió el país, desde el Rodrigazo a la del 2001, estuvieron relacionadas con el déficit fiscal.
Pero no todas son pálidas, la producción industrial aumentó en octubre un 4,4% (último dato del Indec) en forma interanual y acumuló seis meses consecutivos de variaciones positivas. La actividad económica también muestra signos de recuperación. Lleva 8 meses de crecimiento consecutivos y las exportaciones industriales crecieron un 11% en lo que va del año. También, aunque lentamente, se está recuperando el empleo en el sector privado, que generó 72.300 puestos en un año. Según un informe del Ministerio de Trabajo, el crecimiento interanual fue del 2,1%, e implicó un año y medio consecutivo del empleo en alza.
Las reformas que se deben implementar se tienen que concretar lo más rápido posible, y así lo entienden desde Cambiemos. El problema es que son modificaciones antipopulares y que por ahora el Gobierno no se animó a aplicarlas, ya que decidió priorizar la estabilidad política ante los temores del fantasma de 2001.
Como afirmó el economista José Luis Espert en una entrevista con El Tribuno, el país va a tener un problema grave en el futuro.
"¿Dónde se debería hacer ajuste fiscal? Hay 17 millones de personas que dependen del aporte estatal y eso es intocable", se le preguntó.
"Si eso es intocable habrá que dejar de hacer obras públicas, y si eso es intocable Argentina va a tener un grave problema en el futuro, como siempre. En la crisis se toca todo", respondió el especialista.