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Una historia de perseverancia dio como resultado casi 100 boxeadoras que en la actualidad asisten a la única escuela femenina de la provincia, ubicada en el Centro Integrador Comunitario de barrio Limache, cuyo principal objetivo no es que suban al ring, sino la contención.
Fue a principios de 2015 cuando el profesor Jorge Salas llegó a su gimnasio y afuera esperaban dos chicas. “Querían entrenar con el resto de los alumnos, y yo no quería saber nada. Les dije que no trabajaba con mujeres, eso fue un lunes”, recuerda a El Tribuno.
Pese a la negativa, “volvieron el martes, miércoles, jueves y viernes. Ese día entendí que si estaban de vuelta era por algo y les di la oportunidad para que vayan el lunes siguiente. Pensé que no iban a volver más, pero cuando llegué ese día estaban detrás de un árbol, esperando. De esas dos, terminamos el primer año con 75 chicas”.
“Unos días después me enteré el motivo de la perseverancia de las chicas, eran víctimas de violencia de género, y como ellas muchas otras llegaron con el correr de los días”, cuenta Salas.
La violencia doméstica no fue el único motivo por el cual llegaron las mujeres, sino también por adicciones, y algunas simplemente porque querían verse bien físicamente.
“A partir de los primeros casos puse la escuela de boxeo femenino, porque veía la necesidad de hacerlo. Mi mamá me enseñó que no hay que levantarle la mano a una mujer”, dice el entrenador.
Dicha escuela no lleva el nombre de ninguna boxeadora famosa ni la imagen de una mujer conocida, sino todo lo contrario, “el logo es una mujer común y corriente, como las que concurren al CIC de barrio Limache, porque acá no existen las clases sociales ni diferencias”.
Violencia y drogadicción
Salas se detiene en el caso puntual de dos alumnas. “Una sufría tanta violencia que al separarse comenzó a sufrir ataques de pánico y era un problema entrenarla, porque yo hablaba fuerte para darle ánimos a las chicas y ella se escondía, se ponía en posición de defensa, para no recibir golpes”.
“De a poco comencé a hablarla, le pedí que haga manoplas conmigo (un entrenamiento que consiste en pegarle a las manos del profesor), quería que se saque el odio que tenía adentro. Fue muy intenso, y cuando terminó se largó a llorar y me abrazó”.
“El otro caso fue el de una chica que tenía adicciones, fumaba mucha marihuana y cuando comenzó a entrenar dejó de hacerlo, pero un día no volvió más y al tiempo la encontré en la calle, embarazada y con sus vicios de nuevo. Hay veces que se gana, esa vez me tocó perder”, cuenta.
Daniela Carrizo es una de las tantas alumnas que acompañan a Salas y su historia es diferente a la de otras chicas, pero un motivo también la llevó a la escuela de boxeo: “Con mi sobrina comenzamos a ir porque queríamos bajar de peso, pero ahí conocimos de todo. Al principio las chicas que sufrían violencia o adicciones no contaban sus problemas, son cerradas, pero después lo hicieron y ahí es cuando las aconsejamos”.
Salas dice que año a año se suman chicas a su escuela y que no hay cupos limitados para acercarse, simplemente tener ganas de entrenar y sentirse importantes.
La escuela está abierta de lunes a viernes, de 16 a 18, y se encuentra en la avenida Demetrio Jorge Herrera, a la vera de la ruta 21, en el barrio Limache de la zona sur capitalina.
“Queremos que las chicas digan ‘yo puedo hacerlo’”.
“Queremos alquilar un salón más grande”
“Si no hay más espacio físico en el Centro Integrador Comunitario prefiero sacarlas a las chicas al ‘campito’ de afuera a entrenar todas juntas, antes que decirles que no hay más cupos”, comenta Jorge Salas, el entrenador de la única escuela femenina de boxeo en la provincia, y que es gratuita.
“En el Facebook de la escuela subimos los trabajos que realizamos todos los días y un montón de chicas me piden que vaya a entrenar a otros barrios, porque les queda lejos el CIC de Limache”, dice.
“Estamos agradecidos con el espacio que nos dan, pero es pequeño y no podemos poner bolsas de boxeo ni agujerear las paredes, por eso queremos alquilar un salón más grande, donde se pueda trabajar con mayor intensidad y que el horario no sea un problema. Por eso pedimos la colaboración a funcionarios para que nos ayuden a concretarlo a la brevedad”.