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“Están chiflados! Si lo hacen, lo veto...” les dijo a los que proponían su reelección
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</FIRMA-COMP>Marcelo López Arias
Ex ministro de Gobierno provincial; ex diputado nacional
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A 30 años de la muerte de Roberto Romero, tomamos una cada vez mayor conciencia de que su tarea fue una bisagra histórica, que cambió para siempre a nuestra provincia. Pero quiero referirme a dos anécdotas que me tocó vivir y que muestran lo profundamente humano de esa figura trascendente que fue Roberto Romero.
Siendo su ministro de Gobierno, unas militantes y amigas de un barrio de Salta me avisaron que una compañera muy humilde había sido internada de urgencia en el policlínico. Apenas pude terminar mis tareas, ya cerca de la media noche, resolví darme una vuelta para ver cómo estaba y si podía ayudarla en algo. Al entrar a su habitación, cuál sería mi sorpresa al ver a un hombre sentado en silencio a su lado, tomándole la mano. Ese hombre era, nada más y nada menos, que nuestro dinámico y atareado gobernador.
Otra historia que nunca pude olvidar ocurrió cuando estaba reunida la Convención Constituyente y me invitaron a una reunión de suma importancia. Cuando ingresé a la sala, se quedaron todos en silencio y de golpe se atropellaron para decirme que estaban decididos a introducir una cláusula para la reelección del gobernador.
Los escuché y luego tomé el teléfono. Me comuniqué con el gobernador, le informé que todos los bloques estaban de acuerdo. Me escuchó y levantó la voz, sin dudar: “Están todos chiflados!. Dígales que si lo hacen, lo veto... Ni una palabra más...”
Asombrados, los constituyentes se miraron sin decir nada y se alejaron cada uno por su lado.
Este episodio muestra que, en ese momento, él estaba convencido de que la democracia recién recuperada requiere renovación constante en los liderazgos, y perseverancia de todos en un proyecto compartido de provincia.