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La Argentina como país es realmente único, al menos si nos atenemos a los comportamientos de su sociedad y ni que decir de sus políticos. Es el reino del todo se puede, y lo cambiante de sus días otorgan a lo vertiginoso el más alto protagonismo. Y si de reino hablamos íícuántas veces hemos dicho que es el reino del revés, porque desafiamos los convencionalismos y vivimos cuestionando la realidad establecida y palpable?!
Tenemos la triste particularidad de no aprender de nuestros errores y por ello, cíclicamente, volvemos a cometerlos. No es más que la consecuencia directa de algo que no debemos olvidar: nuestra falta de memoria, responsable directa de infinidad de desaciertos que pareciera estamos destinados a reiterar hasta el más allá de los tiempos.
Nos creemos los top inalcanzables y hasta nos damos el lujo de hacernos trampas al solitario, en una rara mezcla o conjunción de infantilidad e ingenuidad. Somos los "number one" (número uno) vitalicios, por propia proclamación. Vaya personajes.
Pero… íatentos, argentinos! que pareciera haber atisbos de que algo está cambiando en la sociedad. Tal vez sea por raciocinio o sea por hartazgo, o por ambos.
Por supuesto que también han tenido su protagonismo la paciencia, virtud poco aplicada a nuestro comportamiento y el tiempo, indiscutido maestro en cualquier ámbito. Lo que se anuncie como atisbo se habrá convertido en realidad. El cambio está llegando.
¿Cómo se explica, si no, que un partido como el justicialista, luego de casi tres cuartos de siglo, haya perdido una elección a manos de un neófito, que dice ser apolítico y que ha prometido en plena campaña cosas tan duras como un brutal ajuste para poder reencauzar un rumbo equilibrado y de desarrollo?
Dura derrota de un partido asociado desde siempre a un populismo que resultó ser, nafta para hoy y hambre para mañana. Cómo habrá sido de dura la enseñanza de los últimos dieciséis años de kirchnerismo, que los argentinos votaron ese cambio por más doloroso que fuere. Y ese neófito e imberbe político cumplió: algo que los argentinos hace décadas no veían, el cumplimiento de promesas, algo destinado sólo al terreno de las utopías.
A ocho meses de un gobierno que prometió ajuste y lo único que está haciendo es ajuste, el pueblo argentino lo sigue apoyando, algo realmente inédito.
¿Pero que puede hoy poner enfrente ese kirchnerismo combativo? algo que no sea la porno política sustentada en la imagen de un expresidente que nos gobernaba de un modo vergonzante hace apenas doscientos días y cuenta hoy con una imagen negativa del 92%, la más alta de político alguno en la historia argentina. Fue tan grande la corrupción a plena luz del día, sin mostrar vestigios de una mínima vergüenza, que poco a poco los argentinos fueron madurando y dieron el golpe en las urnas, algo que ni el "plan platita" pudo frenar.
Una realidad que exhibe una nómina de dieciséis condenados por corrupción en los estratos superiores del gobierno K y que sumadas las líneas inferiores de mando muestra al iceberg como la figura más representativa de la realidad corruptiva. Y en la cúspide, lugar destinado siempre a los más grandes.
El pueblo ya no soportó más el engaño permanente y buscó un cambio. Desconocemos cuál será el resultado, porque no contamos entre nuestras pertenencias con una bola de cristal.
Pero lo que sí creo es que vamos por el camino correcto, con imperfecciones, con tropiezos, con errores propios de una inexperiencia lógica, pero atenuados con la suprema intención de por lo menos una vez, hacer las cosas bien o, al menos, tener el atrevimiento y el coraje de intentarlo.