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El mito de la proscripción que encubre el propio declive

Martes, 10 de junio de 2025 02:29
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El cónclave kirchnerista con el que comenzó ayer la vigilia a la espera del pronunciamiento de la Corte Suprema mostró a la sede de calle Matheu convertida en una suerte de Mausoleo del PJ. Todo sonó a rancio, salvo la tensión por la condena a Cristina Kirchner, que no será irrelevante en la vida política del país.

El 9 de junio es una fecha histórica para el peronismo. Hace 69 años, el general Juan José Valle encabezó una sublevación contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu, que fue reprimida con un baño de sangre. Una coincidencia que el kirchnerismo intentó convertir como parte de una lucha eterna entre el peronismo, "lo popular", frente a las clases poderosas. Cristina lo dijo: "Soy una fusilada que vive". No se sabe si se refería al fallido atentado de "los Copitos" – unos sicarios caricaturescos, aunque peligrosos, y por eso están presos- o al fusilamiento de Valle y sus compañeros.

No existe hilo conductor entre la resistencia peronista, que luchó por repatriar a Juan Domingo Perón y "los pibes para la liberación".

Los bolsos de López

En la sede, y los medios, todos intentaban asociar la condena a la expresidenta con las proscripciones dispuestas por las dictaduras a lo largo de medio siglo. Lo cierto es que la doble condena que debe ratificar (o no) la Corte acumula pruebas, testimonios e, incluso, auto inculpaciones que sería imposible inventar. La imagen del exsecretario de Obras Públicas José López, tirando bolsos con 9 millones de dólares dentro de un convento a medianoche dice más que cualquier discurso. Es un fresco de época.

Una condena judicial dictada en el marco de la Ley no es una proscripción: es una inhabilitación de naturaleza institucional.

El populismo, de derecha y de izquierda, no soporta los límites. De ahí, la descalificación sistemática a la Justicia y al periodismo profesional.

El sismo regional

La división de poderes es un sistema que resulta poco digerible para los autoritarios. Cabe recordar que, al presentar su libro Sinceramente en la Feria del Libro en 2019, Cristina Fernández sostuvo que el ideal de república surgido de la modernidad y de la Revolución Francesa era "un modelo del pasado"; también afirmó que la Justicia debe estar subordinada a la autoridad presidencial.

El concepto de democracia como cultura, como visión del mundo, como escenario de la libertad y la dignidad humana se está desdibujando en estas décadas.

Las distintas formas de mesianismo, antesala del absolutismo o del totalitarismo, se imponen por medio de discursos que disfrazan la verdad y acomodan la historia al interés de quienes los pronuncien.

Esta disolución política, que es la extinción de los partidos como tales, queda de manifiesto en la "vigilia kirchnerista".

Cristina Kirchner sigue siendo la figura más notable del peronismo, pero electoralmente ya no parece decisiva. En 2019 se enmascaró como vice de Alberto Fernández. En una gestión lapidaria. En 2023 eludió presentarse como candidata, lo mismo que Alberto y Mauricio Macri. Y finalmente, Javier Milei, un "outsider", con un discurso antiperonista, antisocialista, ultramachista y exaltador del "poder mágico y benéfico del liberalismo, el mercado y el ajuste", dejó en el camino al resto.

Ahora mismo, no se sabe si para asegurarse fueros o para sobrevivir como figura central del PJ, Cristina se postula como candidata a diputada provincial bonaerense por el distrito donde, probablemente, tenga asegurada la primera posición: la tercera sección electoral, el conurbano sur encabezado por La Matanza.

No es esta la única crisis de poder. Tampoco se trata de triunfos o derrotas de ideologías. En Brasil, Lula estuvo preso, fue absuelto y derrotó a Jair Bolsonaro, pero en una alianza con otros partidos, ante sus adversarios que se unieron por el espanto. Bolsonaro también está cerca de una condena judicial, que también denunciará como "política". Rafael Correa no solo fue condenado por la Justicia, sino que carece de relevancia electoral. Evo Morales está enfrentado con Luis Arce, por la interna del MAS, y ponen a Bolivia al borde de la guerra civil.

Una realidad que deberían observar con atención Milei, Cristina y todos sus colaboradores.

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