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Por Francisco Valdez
Hace no mucho tiempo, imaginar una inteligencia distinta a la humana como parte de nuestras actividades cotidianas era casi impensable. Hoy, resulta difícil resolver muchas cuestiones sin la ayuda de la inteligencia artificial (IA).
¿Qué cambió y por qué tan rápido? Estamos en un momento de aceleración tecnológica exponencial, con la IA como uno de sus pilares fundamentales. Este avance está transformando la manera en que concebimos e interactuamos con el mundo, y apenas estamos viendo el comienzo.
Me presento, soy Francisco Valdez, programador de software y amante de la tecnología desde muy joven. Para mí, crear desde lo intangible en las redes de bits que circunscriben al software es una pasión. Durante años, la programación fue una disciplina reservada para unos pocos que podían acceder a materiales de aprendizaje poco comunes. Pero esto cambió: la tecnología se democratizó, y con ella, la programación se volvió una profesión cotidiana.
Sin embargo, hoy estamos ante otra transformación. La programación, tal como la conocemos, está evolucionando. Nos acercamos al punto en que las herramientas de IA permitirán programar a través de simples conversaciones con sistemas inteligentes, dejando atrás los largos procesos de codificación manual.
Este cambio puede resultar inquietante. A nadie le gusta sentirse prescindible o dispensable, y como programador hablando en primera persona, veo el cambio y el impacto de manera directa día a día. La IA está automatizando tareas complejas, y el desafío para los profesionales es reinventarse. En breve deberemos convertirnos en arquitectos de nuestros rubros: entender problemas, diseñar soluciones y dejar para las herramientas inteligentes el trabajo pesado.
Lo que hace distinta por sobre todas las cosas a esta revolución tecnológica es su velocidad. En pocos años pasamos de interactuar con chatbots limitados a mantener conversaciones con sistemas como GPT que parecen humanos. La IA ya está presente en los autos autónomos que nos llevan de un punto A a un punto B sin intervención humana, y en avances médicos que permiten diagnósticos más precisos y tratamientos más eficaces. Los robots quirúrgicos y los sistemas de telemedicina han llevado la asistencia médica a niveles impensados. ¿Qué pasará cuando combinemos el conocimiento de los grandes médicos de la historia en sistemas de IA capaces de realizar procedimientos de forma autónoma? Estos avances no son ciencia ficción; ya están ocurriendo.
No obstante, la tecnología no es neutral. Su impacto depende de cómo la usemos. Mientras que la IA ofrece oportunidades sin precedentes para mejorar la calidad de vida, también plantea riesgos, como su aplicación en conflictos bélicos. Aquí reside el desafío: aprender a regular y guiar esta herramienta para potenciar sus beneficios y mitigar sus peligros.
La inteligencia artificial llegó para quedarse. Ignorarla o resistirse al cambio solo nos haría más vulnerables a la obsolescencia. En cambio, debemos adaptarnos, como lo hemos hecho tantas veces a lo largo de la historia. La clave está en comprender esta tecnología, integrarla de manera responsable y aprovechar su potencial para construir un futuro mejor. Este artículo fue escrito por mí, revisado por IA para correcciones y mejoras. Desde hace un tiempo, la inteligencia artificial me permite redactar más y mejor en menos tiempo. Algo que, no hace mucho, parecía imposible, ya que las herramientas de escritura eran rudimentarias y poco precisas. Hoy en día, podría haber dejado que la IA escribiera todo el artículo, pero elegí hacerlo personalmente para expresar mis ideas de manera directa. Sin embargo, siendo honestos, si lo hubiera hecho completamente con IA, probablemente ni ustedes ni yo notaríamos la diferencia.