En la actividad turística está claro que hay personas que trabajan para que los turistas se lleven una buena experiencia. Los tiempos actuales exigen que haya personas más formadas. Sobre ese punto y otros más habló, Horacio Cornejo, director de la Escuela de Turismo de la Universidad Católica de Salta.
¿Hay un turismo más competitivo?
El turismo se vuelve un sector más competitivo, más exigente. Cuando vos tenías, bueno, mucho público nacional que no viajaba al exterior, venía con unos exigiendo o esperando ciertos estándares de servicio. Hoy cada vez es más frecuente la salida al mundo y entonces se exige también dentro del turismo nacional una mejora en los estándares de calidad de los servicios. Sobre todo, si pensamos que hoy lo que el viajero busca no solo es anotar que visitó tal lugar, sino lo que cada vez se está valorando más es las experiencias, o sea, qué es lo que vivo, qué es lo que hago, en qué me transforma para bien el viaje turístico, esta inversión grande que significa en tiempo y dinero. Así que pasamos de un turismo que nunca fue improvisado, por supuesto, porque el turismo exige arreglos previos y preparación, pero pasamos a un turismo que exige mayor profesionalismo en los servicios receptivos. Eso es clarísimo y es un efecto global. En el mundo con el avance de las comunicaciones, incluso para el mercado argentino, uno no puede mantenerse al margen de los estándares de calidad, de las experiencias, de la forma en que se está trabajando el turismo hoy en los principales destinos
¿Y esas experiencias implican un mayor costo para el turista o hay para todo el público?
No, no necesariamente. Los costos del turista tienen una gran parte dedicada al transporte, o sea, llegar al destino, otra parte importante al alojamiento y otra parte destinada a las actividades que hacés en el destino donde estás. El alojamiento también a veces está ofreciendo experiencias. Vos decís, tenés un glamping, tenés un alojamiento en turismo en una finca o en turismo rural, es decir que ya el alojamiento empezó a entrar también a ser más que una cama y un baño limpio. Hay hoteles que tienen servicios más cuidados, mayor calidad. Y después donde realmente se espera vivenciar lo que el destino tiene para ofrecer es las actividades que vos podés hacer. Y ahí es donde realmente está la verdadera transformación o donde debería estar la verdadera transformación. Es decir que el turista no viene solo a mirar, sino que viaja tratando de recibir experiencias placenteras, experiencias transformadoras a través de todos los sentidos y también a través del crecimiento en cuanto a conocimiento. Por ejemplo, cuando decimos no solo es ir a mirar una bodega, si nos ponemos en el tema del turismo. Sino ver cómo se inserta culturalmente esa actividad productiva vitivinícola y cómo esa actividad productiva vitivinícola expresa la cultura, expresa lo que los expertos en vino llaman el terroir. Uno dice terroir, uno se cree que nos estamos refiriendo a la tierra en el sentido directo, estamos refiriendo a un suelo arenoso o francoarenoso… Pero cuando hablamos de terroir en realidad nos estamos refiriendo a un término que hace mucho más referencia a la cultura local, hace mucho más referencia a las particularidades culturales y también naturales del lugar donde se produce el vino. Entonces, ahí es en lo que interviene el turismo. Ese nexo, esa explicación, esa introducción que es lo que hace que un profesional del turismo formado. Es decir, está el vino, está la finca, está el territorio, está el paisaje. ¿Pero quién lo hace accesible al visitante que tiene quizás dos días para tener la experiencia? Entonces ahí que es necesaria la intervención de un profesional turístico para acercarle esa experiencia, para acercar ese conocimiento, de una manera eficiente, poder disfrutar del verdadero significado de lo que es los vinos de altura, por ejemplo, en Salta, o la altísima calidad de los vinos de otras regiones de Argentina también, por supuesto.
Y con todo este nuevo contexto requiere una capacitación más integrada, ¿no es cierto? También, ¿saben? De gastronomía, bueno, de vinos, de historia...
Claro, el turismo eno-gastronómico, que es un concepto que a veces pega más. El vino solo, el vino nunca trabaja solo. El vino y la gastronomía local son dos factores importantísimos por donde se transmite el alma de los lugares. Entonces, cuando hablamos de vino es imposible no también referenciar las comidas regionales. De hecho, ningún vino marida mejor con las empanadas que nuestro Torrontés. Es el marido especial de las empanadas o de varias otras comidas picantes. Hay, sin duda, un gusto que se fue desarrollando, una selección especial que se fue desarrollando por la gente que hace los vinos que fue interpretando la oferta gastronómica local y la fue acompañando en lo que llamamos este maridaje entre vinos que se producen en la región y las comidas tradicionales de la misma región. La verdad es que los turistas, bueno, no siempre vienen sabiendo todo ese desarrollo cultural que lleva a una región a tener una expresión muy particular en gastronomía y una expresión muy particular y relacionada en la producción de vinos. En definitiva, el profesionalismo pasa por hacerles ganar tiempo y experiencia a los turistas que nos visitan. Eso es lo que realmente van a valorar los turistas, el acceso a experiencias que de otra manera llevarían bastante más tiempo a vivir o directamente serían imposibles vivirlas, y también la explicación de cómo es lo que se logra el máximo disfrute de esa relación entre gastronomía y vino. Pero no es el único Nexo. Es uno privilegiado, la comida regional y los vinos, un tema importantísimo.
¿Qué otros factores pueden incidir?
Hay otros factores, otras notas de la cultura que también tienen relación con el vino como festividades especiales, fiestas patronales, costumbres que tienen que ver con otras actividades como puede ser la fabricación de dulces artesanales o de otros productos que hay en la región que también se vinculan al vino.