Cada 1º de mayo el calendario marca una pausa para recordar a quienes con su esfuerzo sostienen la vida cotidiana del país: los trabajadores. Desde quienes madrugan para abrir un comercio hasta quienes hacen guardias de noche en hospitales. Entre ellos está Laura Morales, licenciada en enfermería con 15 años de trayectoria en el Hospital San Bernardo, en Salta. Su historia, hecha de entrega, humanidad y vocación, pone rostro y voz a una labor que, aunque esencial, muchas veces permanece invisible.
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Cada 1º de mayo el calendario marca una pausa para recordar a quienes con su esfuerzo sostienen la vida cotidiana del país: los trabajadores. Desde quienes madrugan para abrir un comercio hasta quienes hacen guardias de noche en hospitales. Entre ellos está Laura Morales, licenciada en enfermería con 15 años de trayectoria en el Hospital San Bernardo, en Salta. Su historia, hecha de entrega, humanidad y vocación, pone rostro y voz a una labor que, aunque esencial, muchas veces permanece invisible.
“Elegí esta profesión por vocación. Siempre sentí el deseo de servir al ser humano, sobre todo en momentos de vulnerabilidad, como cuando está enfermo”, cuenta a El Tribuno.
El desafío diario de cuidar
Hoy trabaja en el área de endoscopía, junto a un equipo de gastroenterólogos, donde se enfrenta a diagnósticos complejos, urgencias clínicas y procedimientos invasivos. No hay rutina posible en su jornada: “Todos los días son distintos. No hay monotonía. Cada paciente trae una historia, un cuerpo que reacciona distinto, un desafío nuevo. Eso me apasiona”, dice.
Las situaciones críticas no son ajenas a su tarea: “Lo que me genera más adrenalina es lo imprevisible. Acá vemos muchas hemorragias digestivas, por ejemplo. Esas situaciones te obligan a estar completamente presente. Y cuando lográs estabilizar al paciente, cuando se salva una vida, es indescriptible”.
Heridas de pandemia
Pero no todas las historias tienen final feliz. Como a tantos trabajadores de la salud, la pandemia dejó en ella marcas profundas. “Durante el COVID veíamos hemorragias masivas, y a veces no podíamos hacer nada. Era un virus desconocido, no sabíamos cómo actuaba en cada organismo. Perdimos pacientes, y eso fue muy duro”.
A pesar de la dureza de la experiencia, Laura rescata lo aprendido. “Tuvimos que reaprender todo. El sistema de trabajo cambió y la relación con el paciente también. Fue un tiempo de mucho dolor, pero también de crecimiento colectivo”.
Un legado familiar
Su camino comenzó mucho antes, impulsado por un legado familiar. “Mi madre era enfermera y partera profesional. La llamaban a cualquier hora, y ella salía, sin esperar nada a cambio. En esa época, la enfermera del campo era todo: curaba, atendía partos, acompañaba. Yo crecí viendo eso. Ella fue mi ejemplo”, recuerda con emoción.
Hoy, Laura honra ese legado a diario. Su vocación va más allá del deber: “Una enfermera no es solo una técnica. Es un ser humano que cuida a otro ser humano. El paciente, cuando está internado, necesita mucho más que un tratamiento: necesita contención, escucha, empatía. Y eso es lo que intento brindar cada día”.
Soñar con seguir creciendo
Cuando se le pregunta por sus sueños, Laura no duda: “Como toda enfermera, quiero seguir creciendo. Desarrollarme al máximo dentro de la profesión, pero sin perder nunca de vista lo más importante: el bienestar del paciente. Estar a su lado y hacerle la vida un poco más fácil”.
Sin embargo, reconoce que el reconocimiento social hacia la enfermería aún está pendiente. “No siempre fuimos valorados, ni siquiera en pandemia. La gente aplaudía, sí, pero muchas veces no se entiende la carga emocional y física que implica este trabajo. Hay que elegirlo con el corazón. No por dinero ni por estatus”.
Un mensaje para quienes trabajan
A días del Día del Trabajador, Laura reflexiona sobre el significado profundo de trabajar: “El trabajo te dignifica. Es lo que te permite sostener a tu familia con esfuerzo propio, y eso no tiene precio. Mis felicitaciones a todos los que trabajan: en blanco, en negro, con o sin contrato. El solo hecho de levantarse y poner el cuerpo para sacar el país adelante ya merece un reconocimiento”.
En ese mensaje hay una conciencia clara de clase, de pertenencia, de orgullo silencioso. “A veces pienso que los pacientes son como parte de mi familia. Porque cuando elegís esta profesión, te entregás con todo. Si no existieran los pacientes, yo tampoco tendría sentido como profesional. Es una relación profunda, humana”.
Laura Morales es una entre tantos. Pero su historia es única. Como la de cada trabajador y trabajadora que, con humildad y firmeza, hace que las cosas sucedan. En este 1º de mayo, su voz representa a todos los que curan, asisten, enseñan, construyen y acompañan. Porque detrás de cada jornada laboral, hay personas que, como ella, sostienen la vida.