Con un clima que acompañó la jornada desde temprano, el santuario del Señor de Sumalao, en La Merced, volvió a ser ayer escenario de una de las muestras de fe más conmovedoras de la provincia. Desde las primeras horas del día, y muchos incluso desde la noche anterior, los devotos se instalaron en el predio para participar de la Fiesta Grande. La Policía estima que hubo 40 mil personas.
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Con un clima que acompañó la jornada desde temprano, el santuario del Señor de Sumalao, en La Merced, volvió a ser ayer escenario de una de las muestras de fe más conmovedoras de la provincia. Desde las primeras horas del día, y muchos incluso desde la noche anterior, los devotos se instalaron en el predio para participar de la Fiesta Grande. La Policía estima que hubo 40 mil personas.
Carpas, mantas, termos con café caliente y mate acompañaron la vigilia. No importó el frío de la madrugada: el entusiasmo fue más fuerte. Algunos caminaron kilómetros, otros llegaron en colectivo, en vehículos particulares o incluso en grupos organizados desde distintas localidades del Valle de Lerma y otras zonas de Salta.
El punto central de la jornada fue la misa solemne presidida por el arzobispo Mario Cargnello alrededor de las 10.30, seguida por la procesión. A su término, impartió la bendición con indulgencia plenaria, una gracia especial que simboliza el perdón y la paz interior.
Cargnello expresó: "Dios perdona pero los actos malos que hacemos tienen su consecuencia. Por ejemplo, la violencia ejercida sobre la esposa. Hay que enmendar, hay que pagar. Si yo he robado y no devuelvo sigo debiendo, sean 100 pesos, o cuando no pago justo al obrero o si como obrero no cumplo con mi trabajo, o si malverso los bienes. Si sigo así genero una podredumbre que va dañando la sociedad y me daña a mi".
Este llamado a la conciencia social resonó entre los fieles que acudieron con pedidos, agradecimientos, promesas y silencios cargados de emoción. La imagen de Sumalao, también llamado el Señor de la Salud. fue acompañada por una multitud que agitaba pañuelos y cantaba conmovida.
Durante la procesión, se vieron rostros emocionados, personas con cuadros, estampitas y figuras.
Hilda contó que fue para recordar a su padre. "Él venía todos los años, y hoy, en su día, me pareció la mejor forma de recordarlo. Estar acá me hace sentir que sigue conmigo", compartió.
Luisa, expresó emocionada: "Vengo todos los años. Agradezco por mi familia y pido salud para todos".
Héctor, de El Carril, contó que acampó con su familia desde la noche anterior. "Mi mamá se curó de una enfermedad, y este es el segundo año que venimos a agradecer. También pedimos por trabajo"
Además, los alrededores del santuario contaban como siempre con puestos de comida regional, artesanías y productos. Muchos fieles aprovecharon para recorrerlos y compartir un almuerzo.