En el marco del homenaje por el paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes, que se celebra este 17 de junio, el capellán castrense Ariel Pasetti ofreció un sentido mensaje en el acto central que acompaña al tradicional desfile gaucho. Ante los presentes y representantes de fortines de toda la provincia, sus palabras invitaron a reflexiónar sobre el verdadero sentido de la libertad, los valores y la verdad.
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En el marco del homenaje por el paso a la inmortalidad del general Martín Miguel de Güemes, que se celebra este 17 de junio, el capellán castrense Ariel Pasetti ofreció un sentido mensaje en el acto central que acompaña al tradicional desfile gaucho. Ante los presentes y representantes de fortines de toda la provincia, sus palabras invitaron a reflexiónar sobre el verdadero sentido de la libertad, los valores y la verdad.
“Nos encontramos aquí reunidos para conmemorar un nuevo aniversario del padecimiento del general don Martín Miguel de Güemes, un verdadero patriota, un alma fiel de la causa de la libertad”, inició el capellán, citando una frase célebre del propio prócer: “Yo no pretendo ni gloria ni homenajes, yo solo trabajo por la libertad de la patria”. A partir de esta premisa, desarrolló una crítica a la concepción moderna de la libertad: “Durante décadas nos repitieron que libertad era hacer lo que uno quisiera, que toda norma era opresión y todo sacrificio una forma de esclavitud. Se habló mucho de derechos pero casi nada de deberes, como si la dignidad humana consistiera solo en exigir y no en servir”.
Para el capellán, ese enfoque desvirtúa uno de los valores más nobles de la humanidad: “La libertad auténtica no consiste en sacudirse toda ley, sino en obedecer a la verdad. No es un permiso para elegir el mal, sino una potencia del alma para abrazar el bien”. En ese marco, subrayó que abrazar el bien implica también reconocer qué es bueno y qué es malo, y actuar en consecuencia: “Hace falta fortaleza y coraje para someterse a la verdad, servirla y honrarla cueste lo que cueste, si se quiere ser verdaderamente libre”.
En su mensaje también apeló a la figura de Cristo y de santo Tomás, para recordar que “la libertad es consecuencia de la verdad”. Y concluyó evocando la muerte del general salteño como ejemplo de coherencia: “El general Güemes no murió por una emoción, murió siendo fiel a la verdad. Recibió los sacramentos de Dios y partió en paz”.
El discurso cerró con un llamado a recuperar los valores fundacionales de la patria: no la libertad del “todo vale”, sino la de “las almas rectas” que luchan por lo bueno, lo justo y lo verdadero.