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23 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Sin sensatez y diplomacia no habrá paz en Medio Oriente

Domingo, 22 de junio de 2025 01:01

La guerra entre Irán e Israel es uno de los grandes desafíos para la diplomacia mundial. No se trata de uno de los muchos conflictos periféricos que padecen distintos puntos del planeta, sino de un capítulo más grave dentro del histórico conflicto en el seno de Medio Oriente. El mundo entero está amenazado por lo que representa una nueva escalada en el riesgo de una guerra nuclear.

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La guerra entre Irán e Israel es uno de los grandes desafíos para la diplomacia mundial. No se trata de uno de los muchos conflictos periféricos que padecen distintos puntos del planeta, sino de un capítulo más grave dentro del histórico conflicto en el seno de Medio Oriente. El mundo entero está amenazado por lo que representa una nueva escalada en el riesgo de una guerra nuclear.

Occidente debe capitalizar la enseñanza de la historia: ni las Cruzadas ni la intervención europea tras la caída del Imperio Otomano contribuyeron a la pacificación de esa región.

Ayer el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que las fuerzas de su país bombardearon distintas instalaciones nucleares en Irán. La novedad tira por tierra algún avance de paz en Medio Oriente. Crece la tensión mundial.

Tras la implosión de la Unión Soviética, la sanguinaria Guerra de los Balcanes, las dos guerras del Golfo y la multiplicación de las acciones terroristas mostraron que el mundo no transitaría una etapa de paz y armonía.

Hoy, veinte meses después de la masacre perpetrada por el grupo palestino Hamás en la frontera de Gaza con Israel, la región se ha convertido en una pesadilla. Hamás y Hezbollah, las dos fuerzas terroristas respaldadas por Irán, están desmanteladas, y la escalada culminó con la guerra frontal de este país con Israel.

El objetivo central de Israel es frenar el supuesto enriquecimiento de uranio destinado a fabricar proyectiles nucleares, que Irán llevaría adelante en laboratorios subterráneos.

El presidente ruso, Vladimir Putin, quien recibe abastecimiento de armas iraníes para su invasión a Ucrania, advierte que Teherán tiene derecho a enriquecer uranio con fines pacíficos.

Es claro que este escenario bélico cobra enorme proyección internacional. La guerra puede afectar fuertemente el suministro de gas y petróleo, generando una nueva crisis energética en Occidente.

El trasfondo ideológico de esta guerra es, por parte del fundamentalismo islamista, la decisión de que Israel se retire de lo que considera su territorio ancestral. A su vez, Benjamín Netanyahu se muestra decidido a bloquear cualquier peligro externo. El actual conflicto diluye el intento de acercamiento entre Israel, Egipto, Arabia Saudita y otros países árabes que estaba en marcha hasta 2023.

Hoy, el único camino posible es el de una diplomacia realista. Es imprescindible un acuerdo que contribuya a brindar al pueblo palestino garantías territoriales y posibilidades de desarrollo. Es decir, debe reconocerse la soberanía palestina sobre un territorio que quede bien delimitado y, además, preverse la asistencia de organismos internacionales para que pueda superar los desastres de esta guerra.

Al mismo tiempo, hace falta acordar la disolución de las organizaciones terroristas de los Partidarios de Dios (hutíes de Yemen), Hezbollah y Hamás, para evitar que las poblaciones civiles —palestinas e israelíes— sigan siendo carne de cañón de un conflicto milenario.

Es difícil organizar la convivencia entre pueblos que se sienten vulnerables y gobiernos extremistas que solo creen en el exterminio del contrario. Es necesario, por eso, que los líderes mundiales comiencen a dar signos de sensatez. Hoy, en el mundo, en medio de una crisis global de la economía y la seguridad social, empiezan a prevalecer los autoritarismos. Frente a ellos, la democracia occidental está carcomida por dentro, debilitada por una cultura que descree del humanismo y de las organizaciones internacionales como equilibradoras de la sociedad mundial.

Vivimos una época muy ardua, pero el mundo ha atravesado tormentas mucho peores, que fueron superadas gracias a la decisión política, los valores y la capacidad diplomática de los líderes.

Hoy, esas cualidades parecen olvidadas.

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