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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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VIDEO. Trabajo humanitario silencioso: cada viernes, una cadena de amor contra el frío y la indiferencia

Cada viernes por la noche, mientras la ciudad duerme, un grupo de voluntarios recorre las calles de Salta llevando comida caliente, ropa y abrigo a personas en situación de calle. Su tarea es silenciosa pero transformadora, y su mensaje contundente: nadie merece pasar frío, hambre y soledad.
Sabado, 28 de junio de 2025 17:11
"Hermanos en la Calle" en acción. Fotos: Pablo Yapura
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La noche cayó con un frío filoso. Las calles del centro de la ciudad de Salta se vacían de autos y transeúntes. Sin embargo, en la intersección de Mitre y Rivadavia, hay un grupo que recién comienza su jornada. Son los voluntarios de la Asociación Civil Hermanos de la Calle, que desde hace años salen cada viernes a tender una mano a quienes viven a la intemperie. Lo hacen con comida caliente, ropa abrigada, calzado, insumos de higiene y algo todavía más poderoso: compañía, escucha, y respeto.

Una de sus referentes, Lucía Bernal, habla con el cansancio lógico de una jornada larga, pero con el entusiasmo intacto. “Algunos salimos del trabajo y venimos directo para acá. Podríamos ir a casa, pero elegimos esto. Porque sabemos que hay gente esperando. Y eso nos mueve. Es nuestro compromiso”, cuenta mientras acomoda bandejas y termos.

Guiso, pan y café: calor para el cuerpo y el alma

Este viernes, prepararon guiso de lentejas con arroz y chorizo, acompañado de pan y café caliente. “La comida es nutritiva, con proteínas y algo de grasa para combatir el frío. En verano damos agua, gaseosa, galletas, lo que conseguimos gracias a los aportes de los voluntarios”, explica Mónica, otra integrante del equipo, que cocinó ese día.

A su lado, Estefanía, una joven que se sumó al voluntariado después de ver una entrevista de Lucía en redes, vuelve tras unos meses de ausencia por la universidad. “Desde chica quise ayudar a quienes están en la calle. Hoy estoy feliz de estar otra vez acá”, dice mientras acomoda bandejas con comida humeante.

Un trabajo que crece y también duele

La organización fue reconocida recientemente por el Concejo Deliberante por su labor social. Pero, como señala Lucía, ese reconocimiento también visibiliza una realidad que duele: hay cada vez más personas en situación de calle.

“Las situaciones que encontramos son cada vez más difíciles. El frío aprieta y tenemos muy pocas cosas. Necesitamos ropa de abrigo, camperas, calzado. Principalmente para hombres, que son la mayoría, pero también hay mujeres”, explica.

Algunas personas logran ingresar a centros de asistencia, pero no todos. “Hay lugares, sí, pero con capacidad limitada, y muchos no quieren ir porque deben separarse de sus parejas, o por las condiciones burocráticas. Otros directamente no llegan a tiempo. Por eso seguimos saliendo cada viernes”.

El reparto: más que comida

La logística se activa con precisión: bandejas calientes, cucharas, pan, café, ropa, golosinas. Todo clasificado y listo. Las voluntarias distribuyen lo que tienen y preguntan los nombres, porque el trabajo no es solo asistencial: es profundamente humano.

“¿Querés una cuchara? ¿Pan también? ¿Tenés campera? ¿Cómo te sentís hoy?”. Las preguntas van entrelazadas con gestos que no se improvisan: una caricia en la espalda, una mirada sostenida, una sonrisa en medio del barro. En ese pequeño instante se reconstruye lo más básico de la dignidad.

Invisibles bajo el cielo

En cada esquina, detrás de bancos, en callejones oscuros, en el borde de una plaza, debajo de los puentes o canales, hay personas que viven sin techo. Muchas veces, la sociedad pasa junto a ellos como si no existieran. Pero son personas con nombres, historias, sueños truncos y heridas abiertas.

Lucía lo dice con claridad: “Esto no es caridad. Es un acto de justicia. Ellos tienen derecho a vivir con dignidad. No podemos seguir haciendo de cuenta que no están.”

 

Una cadena de amor silenciosa

Todo lo que se entrega es producto de donaciones. No hay subsidios estatales, no hay financiamiento formal. Son ciudadanos que ayudan a otros ciudadanos. Un circuito de solidaridad pura: cocinan en sus casas, compran con su plata, juntan donaciones de ropa, consiguen mantas, reparten sonrisas.

Algunos donan desde lejos. Otros se acercan con un paquete de arroz, un par de zapatillas usadas o una caja de leche. Y los viernes, todo eso se convierte en un plato caliente y un gesto de humanidad.

 

El mensaje es claro

Desde Hermanos de la Calle piden que más gente se sume: donando, difundiendo, ayudando. Porque lo que hacen, aunque enorme, no alcanza.

“Ayer visitamos alrededor de 80 personas por la limitada cantidad de bandejas que logramos hacer. Siempre quedan varias personas sin visitar. Por lo general vemos hombres, pero también vimos a varias mujeres”, cuenta una de las voluntarias.

Estuvieron recorriendo varios puntos de la ciudad, incluida zona sur, donde se destinan cerca de 30 bandejas solo para ese sector. La demanda crece, pero los recursos no siempre alcanzan.

Hacen falta más manos, especialmente voluntarios para cocinar, donaciones de alimentos no perecederos (como arroz o legumbres), descartables, cubiertos, bandejas térmicas, bolsas para ropa y calzado masculino.

 

¿Cómo colaborar?

Se puede ayudar de muchas maneras:

  • Sumándote como voluntario para cocinar o repartir.

  • Donando ropa de abrigo, calzado o insumos.

 

Contacto:
WhatsApp: 387 402-3630
Instagram y Facebook: Hermanos de la Calle Salta
Punto de encuentro: Todos los viernes antes de las 22 hs en Mitre y Rivadavia, frente a la Legislatura Provincial.

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