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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Una casa, seis familias y quince chicos: la historia que un incendio reveló

Después del fuego, quedó algo más visible: una megafamilia que convivía hacinada en una casa de 50 metros de fondo. El drama puso en primer plano las falencias estructurales y también la red solidaria.
Domingo, 29 de junio de 2025 01:55
El fuego consumió toda la planta baja de la vivienda y alcanzó parte de la planta alta.
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Borja Díaz 305 parece una dirección como cualquier otra. Pero detrás de ese número, en el corazón del barrio El Pilar, hay una casa de 50 metros de fondo donde viven más de 30 personas: seis familias, una decena de adultos y al menos quince niños que comparten espacios, rutinas, afectos y también carencias.

"Cada familia tiene su parte", explica Zulma Romero, de 36 años, nuera de Sonia Rueda, la dueña de casa, una mujer de 58 años y madre de diez hijos. Seis de ellos vivían allí con sus parejas y sus hijos.

"Hay cinco piezas arriba y había cuatro ambientes abajo: una cocina, un baño y dos piezas", precisó.

La casa no resistió una sobrecarga eléctrica y se incendió el domingo pasado, entre las 9 y las 10 de la mañana. Una zapatilla eléctrica con varios cargadores generó un chisperío y las llamas se propagaron rápidamente, favorecidas por techos de tergopol. Eso ocurrió en una de las piezas de la planta baja, en el fondo. "En segundos empezó a arder. Queríamos sacar agua, pero no salía ni un hilo", relató Zulma. La presión era tan baja que impidió hacer algo antes de que las llamas lo consumieran todo.

En ese momento, los chicos ya estaban despiertos y se encontraban jugando. Afortunadamente, todos lograron salir. "Yo bajé porque vi humo desde arriba. Ahí nos dimos cuenta y salieron todos". Lo que siguió fue el caos.

La tragedia dejó al descubierto una realidad que en muchos casos permanece invisible: el hacinamiento. Según un informe de diagnóstico de Salta, del Gobierno nacional, que data de 2020, el 11,5% de los hogares salteños vive en condiciones de hacinamiento crítico, es decir, más de tres personas por ambiente.

Zulma contó que "los bomberos demoraron unos 25 minutos en llegar", pese a los reiterados llamados de familiares y vecinos. "Los vecinos vinieron a ayudar. Gracias a Dios, llegaron antes de que se consuma el 100% del terreno", dice. La planta baja quedó completamente destruida. La planta alta, afectada en un 30%, según los relevamientos.

Las familias lo perdieron casi todo: electrodomésticos, televisores, muebles, colchones, documentación, ropa, útiles escolares. "La heladera, el freezer, la cocina, los roperos, los DNI… se fue todo. Hasta explotó la tapa de vidrio del freezer", relató Zulma.

Pero lo que el fuego arrasó, la comunidad lo reconstruyó. "Vinieron vecinos de todos lados. Nos cocinaron, nos trajeron agua, pan, ollas, frazadas, colchones. Nos prestaron utensilios. Fue impresionante", recuerda con gratitud.

También recibieron asistencia y ayuda de la Municipalidad y el Gobierno de la Provincia.

Reconstrucción y unión tras el fuego

La Municipalidad de Salta, a través de la Secretaría de Desarrollo Social y la Subsecretaría de Protección Ciudadana proporcionaron elementos de limpieza, alimentos secos y agua a las familias damnificadas y la Provincia, a través del Ministerio de Desarrollo Social, activó su protocolo de post-emergencia. Se hizo un relevamiento familia por familia y entregaron colchones, camas, cocinas, mercadería, calzado, útiles escolares, y gestionaron nuevos DNI y tarjetas Saeta para los chicos. También se ofrecieron chapas, tirantes y kits de reconstrucción.

El municipio y la Provincia asistieron a las familias.

Un informe técnico determinó que el fuego afectó al menos el 50% de la estructura, pero no llegó hasta la segunda planta de manera plena. La casa, que contaba con una loza proyectada, sufrió efecto del fuego, por lo que se recomendó no avanzar con la construcción hasta que se garantice la seguridad. También se indicó que la instalación eléctrica existente era precaria y debía rehacerse.

Según Emergencias, el 90% de los incendios invernales se debe a fallas eléctricas, la mayoría vinculados a sobrecargas, conexiones informales o zapatillas con varios artefactos.

Hoy, las familias siguen en la casa en los ambientes menos dañados. Mientras tanto, buscan avanzar con una nueva instalación. "Hay que hacer toda la instalación de la luz, tenemos provisoria pero hay que hacerla completa y bien", dijo Zulma.

Más allá del incendio, esta historia revela otra cosa: cómo se sobrevive en comunidad, entre generaciones, con carencias materiales pero también con una red de afectos. Y cómo, cuando el fuego destruye lo que cuesta años construir, hay manos que aparecen para sostener.

Zulma dice que aprendieron la importancia de no sobrecargar zapatillas eléctricas. Ahora el objetivo es claro: reconstruir bien y con seguridad.

Mientras tanto, la casa, aunque dañada, sigue siendo un símbolo de unión. La familia y la comunidad se mantienen firmes, mostrando que la solidaridad puede más que el fuego. "Estamos agradecidos", finalizó.

 

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