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Los científicos ven signos de inmunidad duradera al Covid-19, incluso en infectados leves

Por Katherine J. Wu
Martes, 18 de agosto de 2020 11:12

Para el sistema inmunológico, no todos los gérmenes son igualmente fáciles de recordar. Pero parece que las células de nuestro cuerpo sí están estudiando a fondo el nuevo coronavirus.

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Para el sistema inmunológico, no todos los gérmenes son igualmente fáciles de recordar. Pero parece que las células de nuestro cuerpo sí están estudiando a fondo el nuevo coronavirus.

Los científicos que vienen monitoreando la respuesta inmunitaria al virus ahora están observando señales alentadoras de una inmunidad fuerte y duradera, incluso en quienes tuvieron síntomas leves de Covid-19. Según el nuevo estudio, los anticuerpos contra la enfermedad, así como las células inmunitarias conocidas como Células B y Células T que son capaces de reconocer el virus, parecen persistir en el cuerpo varios meses después de terminada la infección, un eco de la perdurable respuesta del cuerpo a otros virus anteriores.

"Lo que está pasando es lo que se supone que tiene que pasar", dice Deepta Bhattacharya, inmunólogo de la Universidad de Arizona y autor de uno de los nuevos estudios, que todavía no ha pasado por el proceso de revisión por pares.

Aunque los científicos no pueden pronosticar cuánto durará esa respuesta inmune, muchos expertos consideran que los datos son un esperanzador indicio de que las células más estudiosas del cuerpo humano están haciendo su trabajo, y que si el cuerpo vuelve a exponerse al coronavirus, tiene buenas chances de rechazarlo.

"Es exactamente lo que uno tenía la esperanza de que ocurriera", dice Marion Pepper, inmunóloga de la Universidad de Washington y autora de otro de los nuevos estudios, que se encuentra en proceso de revisión por la revista Nature. "Están dadas todas las condiciones para una protección inmunológica total."

La protección contra la recontagio no puede ser plenamente confirmada hasta que haya pruebas de que la mayoría de la gente que volvió a cruzarse con el virus sea efectivamente capaz de rechazarlo, dice Pepper. Pero el descubrimiento podría ayudar a disipar la reciente preocupación por la habilidad del virus para engañar al sistema inmune, induciendo una especia de amnesia en la célula que dejaría vulnerable al cuerpo a un rebrote de la enfermedad.

Los investigadores nunca encontraron evidencias inequívocas de que el recontagio de coronavirus exista, ni siquiera durante esos meses durante los cuales el virus arrasó. La perspectiva de la memoria inmunológica "ayudaría a explicar eso", dice Pepper.

Los debates sobre la respuesta inmunitaria al coronavirus giraron mayormente en torno al tema de los anticuerpos, unas proteínas en forma de "Y" que se enganchan a la superficie del virus e impiden que infecta las células del cuerpo. Pero los anticuerpos son apenas uno de los flancos de una escuadrón complejo y coordinado de soldados inmunitarios, cada uno con su propia modalidad de ataque. Los virus que ya han invadido células, por ejemplo, ya tienen escudo contra los anticuerpos, pero siguen siendo vulnerables a las Células T, que obligan a las células infectadas a autodestruirse. Y hay otra clase de Células T, apodadas "ayudantes", que pueden obligar a las Células B a madurar hasta convertirse en fábricas de anticuerpos.

Incluso hay otro sector del sistema inmunológico que ataca a los patógenos no bien ingresan al organismo, enviando señales llamadas citocinas para movilizar a las tropas del resto del organismo. También hay evidencia que sugiere que los casos severos de Covid-19 son resultado de una falla inicial de este mecanismo de respuesta temprana.

Los anticuerpos, además, tienen fecha de vencimiento: como son proteínas inanimadas y no células vivas, no pueden reproducirse y desaparecen de la sangre unas pocas semanas después de haber sido producidas. Cuando el virus ingresa rompiendo las barreras del cuerpo, se generan hordas de anticuerpos que desaparecen no bien la amenaza se disipa. Y la mayoría de las Células B que producen esos anticuerpos iniciales también mueren.

Pero incluso cuando no está bajo ataque, el cuerpo conserva un batallón de Células B que viven más tiempo y son capaces de fabricar anticuerpos en masa, en caso de ser necesario. Algunas patrullan constantemente el torrente sanguíneo, a la espera de un disparador; otras se retiran a la médula ósea, donde producen pequeñas cantidades de anticuerpos que siguen siendo detectables años o incluso décadas después de terminada la infección. Varios estudios, incluidos el del doctor Bhattacharya y el de la doctora Pepper, han encontrado anticuerpos capaces de desactivar los coronavirus remanentes en bajo número en el torrente sanguíneo varios meses después de que el paciente se curara del Covid.

Mínimo estable

"Los anticuerpos van disminuyendo, pero alcanzan un mínimo estable" que siguen siendo observables tres meses después del primer síntoma, dice Bhattacharya. "La respuesta parece ser perfectamente perdurable."

La presencia de anticuerpos tanto tiempo después de la enfermedad es un fuerte indicador de que las Células B siguen trabajando en lo profundo de la médula ósea, dice la doctora Pepper, que junto a su equipo también fue capaz de extraer Células B que reconocen el coronavirus de la sangre de pacientes que se habían recuperado de un Covid-19 leve, y luego cultivarlas en laboratorio.

Hay múltiples estudios, incluido el publicado el viernes en la revista Cell, que también lograron aislar las Células T que atacan el coronavirus en la sangre de pacientes recuperados, y mucho tiempo después desaparecidos los síntomas. Al ser estimuladas con fragmentos de coronavirus en el laboratorio, esas Células T empezaron a enviar señales de combate, y se clonaron a sí mismas convirtiéndose en un flamante ejército listo para enfrentar a un enemigo conocido. Algunos informes señalan que las Células T podrían darles a los investigadores un atisbo de la respuesta inmune del cuerpo ante el coronavirus, incluso en pacientes cuyos niveles de anticuerpos hayan disminuido al punto de ser difíciles de detectar.

"Es muy prometedor", dice Smita Iyer, inmunóloga de la Universidad de California en Davis, que está estudiando la respuesta einmune al coronavirus en monos Rhesus, pero que no participó de los nuevos estudios. "Permite ser un poco optimista sobre la inmunidad de manada, y sobre una potencial vacuna."

Lo notable, agrega Iyer, es que los nuevos estudios encuentran fuertes respuestas inmunes en personas que no tuvieron síntomas graves de Covid. Algunos investigadores temían que quienes se enfermaran poco también tendrían poca inmunidad, porque las células del sistema inmune tuvieron poca oportunidad de estudiar al enemigo. Incluso se creía que en algunos casos el cuerpo rechazaba el virus tan rápidamente que no tenía tiempo de catalogarlo. "Los nuevos estudios permiten pensar que no es así", dice Iyer. "Se encuentra inmunidad durable en gente que no sufrió las consecuencias de la enfermedad."

Pero lo que se ha observado en pacientes leves de Covid-19 puede resultar no ser válido para los pacientes hospitalizados, que tuvieron problemas para ofrecer una resistencia equilibrada ante el virus, o en el otro extremo, para los que fueron totalmente asintomáticos. En todo el mundo hay equipos de investigadores estudiando todas las variantes posibles. "Pero como la inmensa mayoría de los contagiados son enfermos leves, si esa gente conserva anticuerpos, ya es una excelente noticia", dice Jason Netland, inmunólogo de la Universidad de Washington y autor del estudio que está siendo revisado por Nature.

Algunas enfermedades, como la gripe, pueden asolar a un misma población repetidamente, pero eso es al menos parcialmente atribuible a la fuerte mutabilidad de los virus de la gripe, que se modifica fácilmente para que el sistema inmune no lo reconozca. Los coronavirus, por el contrario, son menos propensos a generar mutaciones de un año al otro.

De todos modos, rastrear realmente la respuesta inmune a largo plazo llevará tiempo, advierte Pepper, y agrega que para una buena memoria inmunitaria hacen falta moléculas y células abundantes, efectivas y duraderas, y los científicos no pueden asegurar que esas tres condiciones ya se hayan cumplido.

"Hay que hacer el seguimiento", dice Bhattacharya. "En este tipo de cosas no hay atajos."

The New York Times - La Nación

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