Los progresos sociales no lograron doblegar la desigualdad, que es de las mayores del mundo.
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Los progresos sociales no lograron doblegar la desigualdad, que es de las mayores del mundo.
En Chile comenzó con la exigencia de tener acceso a una educación gratuita de calidad. En México los reclamos buscaban garantizar el derecho a la información en plena campaña presidencial y en Brasil las protestas explotaron cuando se anunció el incremento de las tarifas del transporte en medio de la Copa Confederaciones.
Las protestas que han remecido a Brasil reflejan una tendencia similar a las movilizaciones que en los últimos meses y años se han producido en otros países de Latinoamérica, que si bien no tienen conexión directa, han tenido puntos coincidentes, como el reclamo por una mejora en los servicios públicos, la lucha contra la corrupción y la frustración con las clases políticas dominantes.
“Es un producto del progreso económico y social y la expansión de la clase media en países latinoamericanos”, dijo Michael Shifter, presidente de la organización Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Una tendencia marcada por el desencanto con el ejercicio tradicional de la política y que se resume en la falta de garantías para ejercer plenamente derechos y libertades y en el que las prioridades del gasto público para muchos son equivocadas.
El exjugador de la selección de Brasil, Romário De Souza Faria, dijo que con el dinero con el que se van a construir las instalaciones para el Mundial de 2014 se podrían edificar 8.000 escuelas nuevas.
La razón para que en Brasil hayan protestado más de un millón de personas en 80 ciudades el jueves pasado pidiendo mejores servicios y más baratos, es que se sumó un nuevo sector social que proviene de los más de 40 millones de personas que salieron de la pobreza en los últimos 10 años.