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La responsabilidad del cambio drástico

Lunes, 20 de noviembre de 2023 10:22
Casa Rosada

Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza, es el nuevo presidente de la Argentina. En el segundo balotaje de la historia del país, Milei gana la elección por 3 millones de votos a Sergio Massa, el candidato oficialista de Unión por la Patria. La participación fue del 77%, manteniendo los niveles promedio de 40 años de democracia. En porcentajes, Milei se impone por 55,7% a 44,3%. Un vuelco total del resultado de la primera ronda electoral en octubre y probando la tendencia de las PASO. 

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Javier Milei, candidato de La Libertad Avanza, es el nuevo presidente de la Argentina. En el segundo balotaje de la historia del país, Milei gana la elección por 3 millones de votos a Sergio Massa, el candidato oficialista de Unión por la Patria. La participación fue del 77%, manteniendo los niveles promedio de 40 años de democracia. En porcentajes, Milei se impone por 55,7% a 44,3%. Un vuelco total del resultado de la primera ronda electoral en octubre y probando la tendencia de las PASO. 

¿El voto en blanco? Un magro 1,5% del padrón: un efecto esperable que no existió. De los 1,1 millones de votos en blanco de la primera vuelta, solo quedaron 411.000. No hubo voto indeciso ni neutral ni prescindente. Hubo un voto efectivo, certero, claro y totalmente democrático. Milei logro obtener 14 millones de votos desde 7,8 en octubre. Massa, 11,3 de 9,6 millones de la primera vuelta. Así, y de manera imprevista, Milei es el presidente electo con más votos de la historia Argentina. Milei confirma la tendencia en América Latina donde los oficialismos solo ganaron 8 de 33 elecciones entre 2015-2023. También da fe del viejo y vigente mantra que cuando sube el índice de pobreza bajan las chances de reelección.

Las interpretaciones se hacen en el tiempo, pero una razón clave del triunfo se encuentra en que la propuesta libertaria gano en 21 de 24 provincias del país, más el voto extranjero. Milei, en Salta solamente, gano por 58% a 42%, subiendo de 309.000 votos a 454.000 sufragios a favor desde octubre. En la capital gano por 66% a 34%. Si Massa sumo 42.000 votos entre octubre y noviembre, Milei sumo 145.000. Una cifra completamente abrumadora. En Mendoza, Santa Fe, Córdoba y Misiones se ven números igualmente contundentes. Aun en la provincia de Buenos Aires, ganada por Massa, la diferencia fue mínima tomando en cuenta el volumen de votos del padrón nacional. 

¿A que nos referimos entonces? A que no hay ninguna ambigüedad de la dirección de cambio drástico y brusco que propone La Libertad Avanza, que avala el PRO, y que apoyan sectores específicos de otros partidos políticos. La gente votó con convicción a tal nivel que el miedo quedó en el plano de las estrategias electorales y no en la urna. La gente votó de tal forma que no hay otro resultado que alterar el rumbo actual. ¿Adónde? Allí estará la complejísima tarea de gobernar. Una obviedad que a veces tarda en materializarse: una cosa es liderar una campaña política, otra, muy diferente, es gobernar.

Para gobernar hace falta técnica, conocimiento y gente. La Libertad Avanza tiene solo dos diputados nacionales -el actual presidente electo y su vice- ningún gobernador o experiencia en gestión del Ejecutivo. Solo para la primera línea gubernamental se necesitan entre 100-300 personas afines. Aunque en campaña la motosierra parezca simpática, en la realidad, o por lo menos en la transición al Estado mínimo hobbsiano, hace falta muñeca y maña política para hacer caminar al Estado. Por eso es imperativo pensar el rumbo del próximo gobierno de Milei como un posible laberinto que busque una salida rápida y fácil a los problemas que tenemos pero chocándose con paredes circulares. Me refiero a que si partimos de las premisas de campaña, desde ya podemos anotar que La Libertad Avanza planifica un shock económico, un shock social y un shock cultural. Cada uno de estos cambios drásticos, sin planificación y capacidad de gestión desde el Estado, posiblemente alimenten los problemas. Por ejemplo: si hay que bajar la inflación mediante el recorte del déficit fiscal y las dinámicas cambiarias, incendiar o dinamitar el Banco Central no sería una política eficiente. Y si así lo fuera, cerrar el Banco Central depende de leyes en un Congreso donde Milei no tiene ni siquiera un tercio de las bancas, mucho menos el quórum de 129 diputados.

A todo esto, la primera lección: menguar expectativas. En su discurso pregubernamental festejando la victoria, Milei hablo de ser potencia en 35 años. Las expectativas de la gente es mejorar sus ingresos, vivir sin inflación y acceder a bienes y productos de manera asequible, ya, no en tres décadas. Si Milei no impone una normalización entre lo deseado y lo posible, el espiral de odio hacia la política, o la casta a la que Milei ahora es parte, puede desbocarse en conflictividad política y social como vimos en Perú entre 2019-2022, por ejemplo. Entonces, para lograr manejar expectativas e implementar medidas técnicas adecuadas Milei no puede prescindir del Estado, al revés, lo necesita más que nunca.

El gobierno "limitado" (o mínimo) abre otro frente ante la responsabilidad de administrar el cambio drástico que piden las urnas: conducir para gobernar. El actual presidente Alberto Fernández es el mejor ejemplo. Si Milei no logra conducir el Estado como cabeza y ejecutor del plan minarquista, las sombras de su alianza con Macri probablemente lo devoren. Ya vimos cómo la falta de poder cmo conducción lleva a la inercia de dejarse cuestionar en todo y tomar partido en nada. También vimos cómo poderes fácticos son más importantes que los visibles. Si hay peligro de gobernabilidad, si hay falta de preparación, si hay pocos cuadros técnicos, y si hay expectativas altísimas por cumplir: ¿cuál será el rol del expresidente Macri? ¿Gobierna La Libertad Avanza o una nueva coalición de centro-extrema derecha en la Argentina con el PRO? ¿Y la Unión Cívica Radical, o la Coalición Cívica? Seremos testigos de la desintegración de las dos grandes coaliciones que gobernaron al país. El PRO como síndrome del partidismo personalista y la nueva metamorfosis del peronismo, que siempre que fue derrotado se partió en mil pedazos. 

Si se confirma que Massa se tomara licencia como ministro de Economía como presagio de un alejamiento de la primera línea política del país, entonces el reelecto gobernador de Buenos Aires nace como la nueva figura de la oposición. Desde esta noche se está reconfigurando la política Argentina. La incertidumbre de lo que pueda salir como resultado va a coincidir cuando el presidente electo más inexperto de la historia contemporánea jure el 10 de diciembre.

 

  • Entramos en un período que garantiza tres cosas: cambios drásticos, errores en la gestión y altísimas expectativas en lo económico. Al menos dos de estas tres condiciones no pueden suceder al mismo tiempo si Milei quiere "terminar con la decadencia". 

 

Hay un margen muy pequeño para que los cambios esperables lleguen a sentirse en la realidad de cada uno de sus electores.

Prometer cambios drásticos a 35 años no funcionará. Tampoco enarbolar discursos polarizantes en materia de justicia, de seguridad, migración o derechos sociales. Ya vimos como Trump, Bolsonaro, Kast y Duque fallaron, ¿por qué funcionaria en la Argentina?

Debemos ser cautos ante la posibilidad de desintegración de la convivencia democrática. Milei fue electo democráticamente. Respetar la voluntad popular requiere de un control exhaustivo y a la altura de la nueva oposición que se configure en las próximas semanas. Ante ese escenario: prudencia, mesura y el pacto básico de poner el interés común por sobre todo. Estamos en la antesala a los cambios drásticos que hoy pidieron 14 millones de personas. Milei es, hoy, el primer responsable para administrarlos con responsabilidad.

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