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Se fracturó la columna en el colectivo y Saeta no se hace cargo

En dos meses, la operaron tres veces. Está postrada sin poder caminar.
Martes, 30 de enero de 2024 01:57

Gabriela Barrios está postrada hace más de dos meses sin poder caminar. Se hace pis encima, no puede dormir a causa de los terribles dolores que siente en el cuerpo y no tiene dinero para solventar los gastos de medicamentos y estudios que necesita hacerse. Llora y se desahoga. Abrumada, con bronca e impotencia dice que ya no sabe cómo hacer para seguir adelante.

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Gabriela Barrios está postrada hace más de dos meses sin poder caminar. Se hace pis encima, no puede dormir a causa de los terribles dolores que siente en el cuerpo y no tiene dinero para solventar los gastos de medicamentos y estudios que necesita hacerse. Llora y se desahoga. Abrumada, con bronca e impotencia dice que ya no sabe cómo hacer para seguir adelante.

Gabriela, de 53 años, se fracturó la columna por la brutalidad de un chofer del corredor 7D (Barrio Justicia) que la hizo prácticamente volar por los aires cuando se topó con el pronunciado lomo de burro de barrio Casino, frente a la panadería El Padrino. Cuando el colectivo venía por el puente de la Coca Cola ella misma le había pedido al conductor que baje la velocidad, pero no lo hizo.

El accidente ocurrió el 23 de noviembre del año pasado, alrededor de las 9.30, cuando regresaba a su domicilio de barrio Manantial Sur, camino a La Isla, sentada en el último asiento del interno 778. "Salí despedida hacia arriba y tuve la mala suerte de caer en el filo del asiento. Iba con mi hijo que tiene una discapacidad, gracias a Dios él sufrió solo un golpe y no le pasó nada. A mi no me podían ni tocar, me quería volver loca del dolor, fue horrible", recordó la pasajera.

Luego, el chofer la llevó de urgencia al hospital San Bernardo, donde le confirmaron que tenía la columna fracturada y quedó internada más de dos semanas hasta que la operaron para ponerle seis clavos. Durante ese proceso, la acompañaron inspectores de la empresa. Pero he aquí que Gabriela comenzó una larga peripecia que aún no termina. Desde Saeta la derivaron a la aseguradora Rivadavia y no aparecieron más.

  Parte de los pedidos médicos y recetas que nadie se hace cargo.

El asunto es que la salud de la mujer no se resolvió con la cirugía. Después de operada y dada de alta el dolor no paraba. A los dos días empezó con fiebre y vómitos en su casa. Llamó a la ambulancia y en esos días cuando le tocó el control en el San Bernardo le dijo al médico que ya no soportaba el dolor y que le estaba supurando. "El médico no me revisó, sólo me indicó caminar, otra radiografía y sesión de fisioterapia", contó.

Al otro día siguió con fiebre y vómitos. Esta vez la llevaron a una clínica, donde ingresó derecho a la Terapia y la operaron por segunda vez debido a que tenía una infección galopante. Y después le tocó atravesar una tercera cirugía. La aseguradora le dijo a los hijos de Gabriela que ellos van a reconocer todo al final del proceso, con las facturas en mano.

Desesperación

"Yo necesito que se hagan cargo ahora de los gastos no después, mis hijos hicieron el mejor esfuerzo y ya no tenemos con qué comprar mis remedios. Me tengo que hacer una resonancia y todavía no me la puedo hacer porque no tenemos cómo pagarla", manifestó Gabriela Barrios en relación a Saeta. Entre sollozos detalló todas las actividades que antes hacía y desde hace dos meses no las puede hacer porque está postrada. La pasajera vendía sándwiches en las canchas durante los partidos de fútbol. Preparaba maicenas, pastafrolas, tortas, ensaladas de fruta. Antes de accidentarse un negocio le había pedido mil budines para la Navidad y no los pudo hacer. Hoy Gabriela está con internación domiciliaria en la casa de su hija porque no mejora su salud. Está desesperada por cómo se ve y porque no tiene un peso para vivir.

 

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