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25 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El proyecto de Riquelme en jaque: Boca Juniors afuera de todo en su año más negro

La eliminación en el Mundial de Clubes selló una temporada para el olvido. El club de Juan Román Riquelme quedó afuera de todas las competencias internacionales y profundiza la peor crisis deportiva del siglo. Incorporaciones fallidas, decisiones erráticas y un proyecto que tambalea.
Miércoles, 25 de junio de 2025 07:48
El años "divertido" que prometió Román Riquelme, se convirtió en el peor de la hostoria de Boca Juniors.

Boca Juniors atraviesa el peor momento deportivo del siglo XXI. La reciente eliminación en la fase de grupos del Mundial de Clubes dejó al club sin ninguna competencia internacional y expuso, sin anestesia, el derrumbe de un proyecto que había comenzado con promesas y sonrisas. “Este va a ser un año divertido”, había dicho Juan Román Riquelme en tono distendido, sin imaginar que sus palabras quedarían sepultadas por una de las peores campañas que se recuerden en la historia moderna del club.

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Boca Juniors atraviesa el peor momento deportivo del siglo XXI. La reciente eliminación en la fase de grupos del Mundial de Clubes dejó al club sin ninguna competencia internacional y expuso, sin anestesia, el derrumbe de un proyecto que había comenzado con promesas y sonrisas. “Este va a ser un año divertido”, había dicho Juan Román Riquelme en tono distendido, sin imaginar que sus palabras quedarían sepultadas por una de las peores campañas que se recuerden en la historia moderna del club.

El equipo dirigido actualmente por Miguel Ángel Russo –quien regresó en medio de la tormenta tras la salida de Fernando Gago– empató 1-1 ante Auckland City, un club semiprofesional de Nueva Zelanda, y quedó eliminado del Mundial de Clubes. El resultado, por sí solo, representa un golpe simbólico y estructural: Boca deberá refundarse. 

A este papelón (el empate) se le suma una seguidilla de frustraciones: Boca no clasificó a la Copa Libertadores ni a la Sudamericana tras un flojo desempeño en el campeonato local, que incluyó una dura derrota frente a Alianza Lima y la eliminación ante un Independiente en reconstrucción en los cuartos de final del Torneo Apertura.

En total, el panorama es desolador:

  • Sin Libertadores

  • Sin Sudamericana

  • Sin Mundial de Clubes

El “triángulo de la catástrofe” que atraviesa el Xeneize se sostiene sobre decisiones deportivas desacertadas. Incorporaciones como Edinson Cavani, lejos de ofrecer jerarquía, quedaron atrapadas en un equipo sin funcionamiento ni identidad. El delantero uruguayo, lejos del área y sin gol, simboliza la desconexión entre los nombres y el juego. El uruguayo está más fuera de una cancha que adentro. Las lesiones lo persiguen. Algo similar ocurre con Alan Velasco, cuya llegada millonaria (el Club Xeneize pagó 10 millones de dólares) todavía no se tradujo en rendimiento.

Tampoco ayudó el cambio de conducción técnica a mitad de temporada, con la salida de Gago y el regreso de Russo como una especie de salvavidas nostálgico. Pero la estructura parece corroída desde más arriba.

Riquelme, el máximo responsable

Y ahí aparece el nombre de Juan Román Riquelme, presidente del club y máximo responsable del rumbo institucional y futbolístico. Las críticas ya no vienen solo desde afuera: también dentro del universo Boca comienzan a hacerse oír los cuestionamientos a su modelo de gestión.

Desde que asumió, Riquelme se convirtió en el filtro de todas las decisiones: desde la elección del cuerpo técnico hasta las contrataciones. Su rol es central, y por eso también lo es su responsabilidad en esta crisis. El club que supo ser sinónimo de gloria internacional, con seis Copas Libertadores y tres Intercontinentales en su haber, hoy está atrapado en una dinámica perdedora que amenaza con volverse estructural.

El empate ante Auckland City no fue solo una eliminación: fue una señal de alarma. La imagen de Boca igualando con un equipo oceánico, sin ritmo ni ideas, con futbolistas superados física y anímicamente, deja una huella profunda. Más aún cuando se recuerda que Auckland City marcha cuarto en la liga de Nueva Zelanda y que ha recibido 16 goles en contra en esta misma fase de grupos.

El hincha, fiel como pocos, empieza a perder la paciencia. Lo que en otros tiempos eran críticas veladas, hoy se transforman en cuestionamientos abiertos a un proyecto que prometía devolver la gloria y terminó atrapado en su propio laberinto.

Si no hay un golpe de timón profundo y urgente, la crisis de Boca no solo será deportiva, sino también institucional. Y lo que ahora es una temporada fallida, podría convertirse en un modelo sostenido de frustraciones.

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