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Boca Juniors atraviesa un momento crítico. Tras caer ante Huracán en el Torneo Clausura, el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo alcanzó su peor racha histórica: once partidos consecutivos sin ganar. Y el silencio habitual tras las derrotas fue interrumpido esta vez por una advertencia directa de La Doce, la barra brava más violenta del país, que encendió las alarmas en el vestuario.
El revés ante el Globo no solo fue un golpe más a la estadística, sino también un catalizador de la tensión que viene acumulándose en la Ribera. La barra, liderada por Rafael Di Zeo, rompió el hermetismo con una publicación en redes sociales que no dejó lugar a interpretaciones:
“A ver los jugadores si pueden oír, con la camiseta de Boca es ganar o morir”, escribieron desde la cuenta oficial @lanro12oficial, acompañando la frase con imágenes de la hinchada en la Bombonera.
La advertencia no es nueva en el folclore del club. Se trata de un cántico clásico que ya había resonado con fuerza en otras épocas oscuras, como la eliminación frente a Alianza Lima o durante el ciclo fallido de Fernando Gago al frente del equipo. Pero en este contexto, el mensaje cobra una dimensión distinta: se trata de una presión directa al plantel, en un momento en que el termómetro emocional de los hinchas marca rojo.
El próximo compromiso del Xeneize será en dos semanas, nada menos que en la Bombonera y ante Racing, uno de los clásicos que más se calentó en los últimos años por definiciones polémicas y cruces picantes. Será, también, la primera vez que el equipo se presente ante su gente tras esta dura seguidilla sin victorias.
De cara a ese duelo clave, la tensión no solo pasa por lo futbolístico. El mensaje de la barra resuena como una cuenta regresiva. Ganar o morir, esa frase que para muchos representa la pasión boquense, hoy pesa como un ultimátum sobre los hombros de un equipo que no encuentra el rumbo.
Miguel Ángel Russo, con trayectoria y títulos en el club, se enfrenta ahora a una presión interna sin precedentes. Las declaraciones públicas aún no han llegado, pero puertas adentro se sabe que la dirigencia observa con atención. El margen de error es mínimo.
Mientras tanto, los hinchas esperan. La Bombonera, ese coliseo que tantas veces fue fortaleza, puede convertirse en un hervidero si el equipo no logra cortar la sequía. Y con La Doce marando la cancha a los jugadores.