El reloj marcaba las 22:30, y el estudio de La Noche de Mirtha Legrand vibraba con el clásico glamour de la diva. Sin embargo, el brillo de las luces no logró opacar el cruce cargado de tensión entre la conductora y su invitada estelar, Fátima Florez, la comediante que alguna vez compartió su vida con el presidente Javier Milei.
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El reloj marcaba las 22:30, y el estudio de La Noche de Mirtha Legrand vibraba con el clásico glamour de la diva. Sin embargo, el brillo de las luces no logró opacar el cruce cargado de tensión entre la conductora y su invitada estelar, Fátima Florez, la comediante que alguna vez compartió su vida con el presidente Javier Milei.
Todo comenzó con la afilada precisión que caracteriza a Mirtha. Luego de unos minutos de charla relajada sobre la temporada teatral de verano, la diva sacó su artillería pesada. “Yo ese día dije: ‘¡Uh, son raros!’”, recordó, refiriéndose al momento en que Fátima y Milei visitaron su programa. Y añadió con picardía: “Cuando se fueron, el Presidente dijo ‘uy... esta señora hace cada pregunta’. Él cree que no lo escuché, pero lo escuché perfecto”.
La confesión desató risas tímidas en la mesa, aunque los ojos de Fátima brillaron con una mezcla de diversión e incomodidad. Georgina Barbarossa, siempre oportuna, buscó aliviar la tensión y lanzó: “¿Te molesta que te hablen de Milei?”. La comediante tomó un respiro antes de responder: “Es parte de mi vida, es parte de mi pasado... me parece fantástico. Todo lo que viví lo hice de corazón, y lo volvería a hacer. No soy muy racional, soy más emocional, y nunca uno tiene que arrepentirse de nada si la pasó bárbaro”.
Sin embargo, Mirtha no parecía dispuesta a soltar el tema tan fácilmente. Con su característico tono inquisitivo, lanzó la frase que cambiaría el clima de la noche: “¿Y que te reemplazaran tan rápido?”. El estudio se llenó de un silencio, roto solo por el leve tintineo de una copa que Fátima alzó estratégicamente. “¿Reemplazar? Voy a tomar un traguito de champagne porque esto hay que digerirlo”, dijo, intentando sonreír. “La vida continúa y cada uno sigue”, agregó con voz templada, aunque su mirada traicionaba un atisbo de vulnerabilidad.
Lejos de conformarse, la diva fue por más. “¿Es muy pasional el Presidente?”, preguntó, dejando escapar una leve sonrisa. La respuesta de Fátima buscó descomprimir la situación: “Yo creo que juntos éramos explosivos, así que nada... bien. Tengo muy buenos recuerdos. Yo siempre digo que si alguien pasó por mi vida es por algo, y seguramente fue para enseñarme algo, para aprender algo”.
Como un cazador que no abandona su presa, Mirtha cerró su interrogatorio con una última estocada: “¿A la Yuyo la conocías vos?”. La comediante, ya visiblemente irritada, se inclinó hacia adelante con una respuesta firme: “No, porque no es una mujer que... yo no sé si pertenecía a los medios”. Fue la frase que marcó el final del duelo, un “jaque” elegante de Fátima que Mirtha.
La conversación giró hacia otros invitados, pero el sabor del intercambio quedó en el aire, como el último acorde de un tango melancólico. Esa noche, Mirtha volvió a demostrar que su capacidad para hurgar en las emociones sigue intacta. Y Fátima, con su humor y su humanidad, dejó en claro que el amor y el desamor son terrenos donde las risas y las lágrimas se entrelazan con la misma intensidad.