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Europa está atravesando días infernales. Una ola de calor abrasadora golpea a España, Italia, Francia, Portugal y Reino Unido, dejando un escenario digno de una película apocalíptica: récords térmicos que no se veían desde hace casi 60 años, incendios forestales imparables, ciudades colapsadas y hasta la llegada de especies marinas venenosas a las playas del Mediterráneo.
El sur español se lleva uno de los peores registros: el sábado, el termómetro en El Granado, Andalucía, marcó 46 ºC, la temperatura más alta jamás registrada en junio. Este valor pulveriza el récord anterior de 45,2 ºC en Sevilla, que databa de 1965. Y la brutalidad del calor no dio tregua: el domingo se vivió el 29 de junio más cálido en España desde 1950, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Mientras tanto, en Portugal, el termómetro trepó hasta los 46,6 ºC en Mora, al este de Lisboa, también un récord histórico para el mes. La situación ha llevado al país a un estado de alerta máxima, con incendios que arrasan zonas forestales y más de 160 bomberos luchando contra las llamas cerca de Castelo Branco.
En Italia, el Ministerio de Salud declaró alerta roja en 17 ciudades, incluyendo íconos turísticos como Roma, Florencia, Milán y Verona. Antonio Spano, experto en meteorología, advirtió que esta ola “no solo es una de las más intensas, sino también una de las más largas del verano”. La situación en las urbes es aún más crítica debido al conocido “efecto isla de calor urbano”, que dispara las temperaturas y pone en jaque la salud pública.
El drama ya se tradujo en muertes: en España, dos trabajadores fallecieron -uno en Barcelona y otro en Córdoba- por sospechas de golpes de calor mientras trabajaban al aire libre. En Italia, una mujer de 77 años perdió la vida en Potenza tras inhalar humo durante un incendio.
En Francia, la situación no es menos preocupante. Casi todo el país (84 de los 95 departamentos) permanece bajo alerta naranja, con previsiones de superar los 40 ºC, un fenómeno que la ministra de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher, describió como “sin precedentes”. Por el calor extremo, cerca de 200 escuelas cerrarán parcial o totalmente esta semana para proteger a niños y docentes.
Hasta el tradicional y elegante torneo de Wimbledon, en Reino Unido, sintió el efecto abrasador: la primera jornada se jugó bajo alerta naranja en cinco regiones de Inglaterra, incluida Londres.
Como si todo esto fuera poco, el calor extremo está atrayendo especies marinas exóticas y peligrosas a las costas europeas. El Instituto Italiano de Protección e Investigación Medioambiental (ISPRA) alertó sobre la presencia de cuatro especies venenosas, entre ellas el Pterois -conocido como pez león- y dos tipos de siganos. Estas especies pueden representar un serio peligro para bañistas y pescadores en el sur de Italia, y ya se están detectando en aguas cada vez más cercanas a las playas turísticas.
Los científicos coinciden: estas olas de calor serán cada vez más intensas y frecuentes, una advertencia escalofriante de lo que significa el cambio climático para la vida en el continente. Por ahora, Europa entera mira al cielo esperando un respiro que, por el momento, no parece llegar.