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Noche quebradeña de las almitas

Viernes, 02 de noviembre de 2012 22:15

TILCARA (Corresponsal). Hay imágenes que nos quedan grabadas y que, con el tiempo, pueden pasar a formar parte de esos cuentos que nutren la noche en que se comparte con las almitas. Hubo tres, en esa última celebración, que acaso alguna vez volvamos a escuchar en esas vueltas que tiene la memoria de nuestra gente.
Una fue al pie de una mesa llena de ofrendas dedicadas por sus familiares a un almita nueva. Allí esperaba un perrito que, según nos contaban, acompañó a su dueño hasta sus últimos momentos y, ya casi a un año de su fallecimiento, cuando la fiesta de los Fieles Difuntos, lo esperaba compartiendo la fe que tiene nuestro pueblo.
Otra es una postal de amor que puede no diferir de lo que se ve cuando un hombre espera al almita nueva de su esposa. Con la tristeza mudada en alegría por el regreso del almita, que ya es inminente, mira la mesa en la que le sirvió todo aquello que le gustaba. Y la mesa está llena de ofrendas para que ella pueda regresar al cielo sabiendo que se la recuerda y se la quiere.

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TILCARA (Corresponsal). Hay imágenes que nos quedan grabadas y que, con el tiempo, pueden pasar a formar parte de esos cuentos que nutren la noche en que se comparte con las almitas. Hubo tres, en esa última celebración, que acaso alguna vez volvamos a escuchar en esas vueltas que tiene la memoria de nuestra gente.
Una fue al pie de una mesa llena de ofrendas dedicadas por sus familiares a un almita nueva. Allí esperaba un perrito que, según nos contaban, acompañó a su dueño hasta sus últimos momentos y, ya casi a un año de su fallecimiento, cuando la fiesta de los Fieles Difuntos, lo esperaba compartiendo la fe que tiene nuestro pueblo.
Otra es una postal de amor que puede no diferir de lo que se ve cuando un hombre espera al almita nueva de su esposa. Con la tristeza mudada en alegría por el regreso del almita, que ya es inminente, mira la mesa en la que le sirvió todo aquello que le gustaba. Y la mesa está llena de ofrendas para que ella pueda regresar al cielo sabiendo que se la recuerda y se la quiere.

La tercera es la procesión de las mujeres que van de casa en casa donde haya almitas nuevas. Van con sus rezos y sus cantos. Llegan junto a cada mesa, cargan el aire con sus voces de plegarias y canciones, con las cuentas del rosario entre sus dedos, comparten una copita con los anfitriones y parten para continuar su oficio que, se entiende, ayuda a las almitas en su rumbo.

Son imágenes pequeñas que hacen a esta fe que espera en los hogares el regreso de las almitas queridas, y que acaso estén llamadas a engrosar los relatos que hacen a nuestra identidad, en este caso: el perro que espera al almita de su dueño, el amor del marido y el canto de las rezadoras.
 

Costumbres en Volcán

En las últimas semanas, los alumnos del taller de Historia Oral, dependiente de los Talleres Libres de Artes y Artesanías de la Quebrada de Humahuaca, en un trabajo conjunto con el CAJ del Colegio “Virgen de Punta Corral”, de la localidad de Volcán, realizaron entrevistas sobre esta costumbre tan enraizada en nuestro pueblo. De esa investigación realizada por Brian Mamaní, Gastón Castillo, Juan Castillo y Nelson Zamudio, surge esta nota.

Familiares y vecinos preparan las ofrendas en los días anteriores a la fecha de la llegada de los fieles difuntos. Los hacen con fe y alegría porque es una tradición que pasa de generación en generación, ya que se espera la llegada de las almas a sus hogares.

Al conversar con Doña Nicolasa de Martínez, una vecina del pueblo, quien nos dijo “mi abuelita me contaba que se reúnen y bajan las almitas del cielo esa noche. De la casa que no les preparan ofrendas, las almitas se van muy tristes. Las almitas bajan a visitarnos, y se preparan todas las comidas que les gustaban al difunto: lechones, picantes, asado. Las almitas dejan su perfume en las ofrendas, que por eso son tan ricas. Y se dice que los angelitos también venían a la mesa. Yo ahora transmito esta tradición a mis hijos y nietos”, aseguró la señora.

Nos enseñó luego qué significado tienen algunas ofrendas. “La escalera es para que bajen y suban las almitas, se pone siempre a la izquierda como lo dice en la Biblia cuando habla de los ángeles que subían y bajaban por una escalera. La corona representa las flores y a la iglesia. La cruz la colocamos del lado derecho, y significa la salvación de los cristianos. Esa noche se canta de alegría porque las almas vienen y se reúnen con nosotros, porque cuando viene alguien a visitar a tu casa estás alegre por compartir”.

Después habló de uno de los típicos juegos que se realizan esa noche, diciendo “el más tradicional sería el del botón. Se cuentan cuentos sobre los mitos y leyendas de los difuntos, adonde iban, de donde venían y nos hacían asustar un poco. Para levantar la mesa, primero hay que rezar. Para levantarla cada uno lleva su bolsita, y llaman a la persona que preparó la mesa para que la levante”.

Otras cosas que se realizan después de levantar la mesa, son “los bautismos con una wawita de pan, que las paran a un costado de la mesa y les buscan papás y padrinos y alguien que haga de sacerdote para bautizar. Es gracioso porque les ponen el nombre de una persona y el de una comida, como Andrea Tallarín o Luisa Ñoquis, y se juntan parejas y se casa. En caso de un alma nueva separan la cruz, la corona, y los van a enterrar”.
Del mismo modo otra señora nos contó de una persona que no creía en la llegada de los difuntos.

Una vez se quedó hasta las doce de la noche espiando desde la cocina y ve que su familia estaba sentándose a la mesa y los escuchó decir que “este flojo no me esperó con nada”.
Entonces el alma le sopla y empezó a perder sus cosas y se dedicó a cortar leña para vivir. Al tiempo, esta persona fallece.