Pero es que don Gutiérrez, me dijo Juan Moreira, sólo escribió cosas que acrecentaron mi fama, y hasta muchas veces me hizo mejor de lo que fui. Pero a él le venía de familia, dijo. Vea que era sobrino, ni más ni menos, que de don Bartolomé Hidalgo, el primer poeta que publicó versos en lengua gaucha. Fue algo así como el Lito Nebia de la gauchesca, ejemplificó Moreira para mi sorpresa, porque, ¿usté sabe quien era don Hildalgo?
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Pero es que don Gutiérrez, me dijo Juan Moreira, sólo escribió cosas que acrecentaron mi fama, y hasta muchas veces me hizo mejor de lo que fui. Pero a él le venía de familia, dijo. Vea que era sobrino, ni más ni menos, que de don Bartolomé Hidalgo, el primer poeta que publicó versos en lengua gaucha. Fue algo así como el Lito Nebia de la gauchesca, ejemplificó Moreira para mi sorpresa, porque, ¿usté sabe quien era don Hildalgo?
Asentí con la cabeza, pero Moreira ya estaba siguiendo: Bartolomé Hidalgo cantó sus versos criollos por las victorias de la patria que nacía pero luego, cuando una manga de puebleros se hicieron con la revolución de Mayo y la volvieron mezquina, Hidalgo creó los diálogos de dos paisanos: Chano y Contreras, que denunciaron a los políticos aprovechados.
Y había que ser bien hombre para escribir versos gauchos en esos tiempos, siguió Moreira con una insospechada cultura literaria. Era un poco como condenarse. Era como si usté ahora, don Dubin, se le diera por escribir cumbias, pongamos por caso. Algo que el mundillo literario jamás podría perdonarle, pero el tiempo le dio la razón a don Hidalgo, el tío de ese Gutiérrez que escribió mi historia y que sólo por ser sobrino de quien era ya tenía más derecho que usté para hablar de mi.
Los capítulos de mi vida escritos por Gutierrez, me dijo Moreira, salían en la prensa como pueden salir estos Laberintos Humanos, así que en eso se parecen, pero en nada más, Dubin, porque usté no le llega ni a los tobillos, me dijo provocativo el gaucho.