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Una historia que comenzó a escribirse en Palpalá

Martes, 30 de diciembre de 2014 00:00

Promediaba el mes de enero de 1980.

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Promediaba el mes de enero de 1980.

Cuando el sol comenzaba a despedirse pintando de rojo el firmamento, un auto precioso se estacionaba frente a una casa del barrio San Ignacio de Loyola de Palpalá.

Un hombre, de aspecto sencillo, se bajaba de él para estrecharse en un abrazo con los dueños de la vivienda. El visitante llegaba para anunciar la salida de un nuevo diario en Jujuy y que buscaba a los mejores para sumar al proyecto, que sabía, iba a demandar un compromiso y dedicación enormes.

Los tres protagonistas de esta historia, hoy fallecidos, son Roberto Romero, Pedro Ballatore y Brunilda Figueroa Revol "La Tusca".

Don Roberto, como le decían con respeto y también con cariño en el diario, conocía a estos dos periodistas por referencia de otro gran escritor y periodista que descolló en la década del ´60: Juan Héctor Figueroa.

Sabía de la capacidad y aportes que, desde el periodismo, venían desarrollando en Palpalá.

Les propuso armar la agencia del nuevo diario en la ciudad siderúrgica. Y así comenzó a escribirse, desde el interior, la historia de El Tribuno de Jujuy, el diario que apareció el 19 de abril de 1980 y al que muchos le ponían fecha de vencimiento.

Llegamos a 2014 y los planteos ahora pasan por la consolidación de un producto instaladísimo en la sociedad jujeña. Este año ha marcado a fuego a quienes hacemos este diario porque se cumplió el gran sueño del edificio propio.

Llegamos a 2014 y los planteos ahora pasan por la consolidación de un producto instaladísimo en la sociedad jujeña. Este año ha marcado a fuego a quienes hacemos este diario porque se cumplió el gran sueño del edificio propio.

El reto era enorme, había que enfrentar a un poderoso diario que estaba consolidado en una sociedad arraigada a tradiciones con escaso sustento. La historia exhibía intentos frustrados de diarios que no llegaban a cumplir un año.

En aquel momento, las paredes de la ciudad lucían afiches de color amarillo intenso que anunciaban que algo se estaba gestando.

Los mensajes, escritos con letras de color negro, generaban expectativas entre los jujeños.

Recuerdo uno en particular, era aquel que decía "el pueblo quiere saber de qué se trata".

Pasamos el primer año, el segundo, y la gente que hacía el diario, a esa altura, ya había asumido este proyecto como una cruzada propia, una cuestión personal, un tema de orgullo.

Y así se alcanzó la cima, luego de muchos años de trabajo de los pioneros, los que marcaron el camino y debieron soportar estoicamente toda clase de sinsabores y sobresaltos económicos.

Llegamos a 2014 y los planteos ahora pasan por otro lado, sobre todo por la consolidación de un producto instaladísimo en la sociedad jujeña.

Este año ha marcado a fuego a quienes hacemos este diario porque se cumplió el gran sueño del edificio propio. Felicidades.

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