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"Quería taparla con algo"

Domingo, 03 de diciembre de 2017 10:58

“Quería taparla con algo”, Jorge Accame. Producciones la Vuelta del Siglo. Dirección: Rodolfo Pacheco. Elenco: Sara Pérez, Saturnino Peñalva, Rodolfo Pacheco, Ariel Posse Varela, Gustavo Ramírez y Joaquín Ramos. Música en vivo: Juan Muñoz. Luces: Julia Suárez. Diseño gráfico: Rodrigo Moltoni. Fotografía: Ariel Posse Varela. Maquillaje: Noemí Salerno. Obra programada en la Fiesta Provincial del Teatro 2017.

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“Quería taparla con algo”, Jorge Accame. Producciones la Vuelta del Siglo. Dirección: Rodolfo Pacheco. Elenco: Sara Pérez, Saturnino Peñalva, Rodolfo Pacheco, Ariel Posse Varela, Gustavo Ramírez y Joaquín Ramos. Música en vivo: Juan Muñoz. Luces: Julia Suárez. Diseño gráfico: Rodrigo Moltoni. Fotografía: Ariel Posse Varela. Maquillaje: Noemí Salerno. Obra programada en la Fiesta Provincial del Teatro 2017.

 

Jorge Accame se inspiró en un relato testimonial masculino para escribir un cuento incluido en su libro “Cumbia” (2003). Después, este cuento se convirtió en obra de teatro, “Quería taparla con algo”, en virtud de un proceso de escritura creativa que contó con el asesoramiento del célebre dramaturgo Mauricio Kartun. Definitivamente, la historia de “Quería taparla con algo” tiene ese efecto de adherencia insoslayable, pulsión incontenible de lo que no puede silenciarse, emergencia de la denuncia tenaz y la desnuda exposición de la crueldad violentamente naturalizada. No es extraño, entonces, que Accame regrese una y otra vez a esta historia en diferentes géneros.

Pacheco despliega una puesta en escena que muchos teatrólogos caracterizarían como “realista-reflexiva”, porque recupera la identificación de lo verosímil con la verdad, exponiendo vínculos y relaciones ocultas entre los personajes, que permiten al espectador desarrollar un conocimiento crítico y dialéctico de la realidad (O. Pelletieri: 1997,109). En este tipo de puestas, la verdad se define en función del grado de exactitud de la imagen representada con la real. El conflicto de “Quería taparla con algo” se basa en la confrontación entre un grupo de hombres que se comportan como animales a la caza de un encuentro sexual con la mujer – objeto. El texto de Jorge Accame y la puesta de Rodolfo Pachecho se alinean para desactivar paradigmas discursivos instalados en esta era de la posverdad, que funcionan bajo lógicas como la “microfísica del simulacro” (J. Baudrillard:1991:11), es decir, la pérdida fractal del valor de los hechos en virtud de la repetición infinita de los mismos que instalan los medios. En tiempos de la pos-verdad, cualquier intento de puesta realista-reflexiva y/o naturalista quiebra el horizonte de expectativa del espectador/receptor entrenado en la pos-verdad. Toleramos el relato del femicidio en los medios pero nos “altera” la representación de los mismos en la escena, porque ésta recupera el valor real de la noticia. En definitiva ni la pantalla ni el papel cuentan con la potencia de recepción de la escena: el teatro sigue siendo el lugar en el que recuperamos nuestra humanidad y la ceremonia que nos conecta con una dimensión ineludible que nos transforma.

“Quería taparla con algo” es un trabajo que atenta contra el teorema de la parte maldita: “Todo lo que expurga su parte maldita firma su propia sentencia de muerte” (J.Baudrillard: 1991:115). Ni Accame ni Pachecho están dispuestos a presentar la denuncia en otros términos que no sean la exposición exacta del Mal y la deshumanización de la mujer. Sin embargo, la puesta no puede considerarse “naturalista” porque el autor y el director subrayan la intervención de dos personajes bisagras, la Loca y Tucán, que violentan las lógicas del micro-mundo representado. La Loca es un cuerpo desnudo, un objeto manipulado por estos hombres, que sólo “habla” recuperando fragmentos del monólogo de Laurencia en “Fuenteovejuna”, en el que denuncia una violación legitimada por la sociedad del medievo en virtud del “derecho de pernada”. Tucán es el único hombre en este lugar que reconoce a la Loca como ser humano, sujeto de derecho, digna de respeto, convirtiéndose así en el generador del conflicto, porque rompe la lógica de esta pequeña sociedad de hombres que deshumanizan a la mujer. Destacamos el excelente trabajo actoral de los intérpretes, la dirección de actores y la valentía de romper con las tendencias escénicas contemporáneas alienadas con la pos-verdad.