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Tercermundistas

Miércoles, 05 de abril de 2017 20:21

¡Buen día! Los Sacerdotes para el Tercer Mundo -conocidos popularmente como curas tercermundistas- surgieron en el país como una respuesta concreta al llamado de la Conferencia de Medellín (Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 1968). Este llamado incluía, entre otros, un mayor compromiso con los pobres, a través de una lucha no violenta contra las injusticias de todo tipo.
En su inmensa mayoría, los sacerdotes tercermundistas se mantuvieron leales a los principios evangélicos, pero no faltaron quienes optaran por la violencia. Por ello no viene mal rescatar la declaración que en su momento (Córdoba 30.3.95) realizaron dichos sacerdotes:
“Nosotros, delegados regionales de los grupos de sacerdotes que queremos estar junto a los pobres y su liberación, sabemos que somos miembros de una institución que dio mártires como Angelelli, Mugica y tantos otros, y a su vez llevamos el peso de grandes claudicaciones que no alcanzan a borrarse con declaraciones. Por eso, a la vez que no nos negamos a revisar continuamente nuestro pasado, con gran pobreza pedimos humildemente perdón. A su vez, queremos expresar:
Nuestro dolor y arrepentimiento, como miembros de la Iglesia, por aquellos hermanos nuestros, de diferentes instancias ministeriales, que participaron y/o legitimaron los actos de violencia o represión. Sabemos que los hubo, y queremos -en consonancia con lo que nos pide Juan Pablo II- hacer un examen de conciencia, que no se limpia con una sola confesión, en orden a que se haga justicia.
Nuestro dolor y solidaridad con las víctimas, la mayoría miembros de la iglesia, laicos y laicas, sacerdotes y religiosos/as, obispos y otros cristianos, a quienes, en comunión con lo que el mismo Papa nos pide y se publiquen o no las listas, consideramos hermanos nuestros y mártires del Reino y de la Justicia.
Nuestro dolor y acompañamiento frente a tantos, cristianos o no, víctimas de esta política de hambre y desocupación, y el rechazo a este plan de violencia y represión que genera un clamor que Dios escucha y reclama justicia”.

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¡Buen día! Los Sacerdotes para el Tercer Mundo -conocidos popularmente como curas tercermundistas- surgieron en el país como una respuesta concreta al llamado de la Conferencia de Medellín (Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, 1968). Este llamado incluía, entre otros, un mayor compromiso con los pobres, a través de una lucha no violenta contra las injusticias de todo tipo.
En su inmensa mayoría, los sacerdotes tercermundistas se mantuvieron leales a los principios evangélicos, pero no faltaron quienes optaran por la violencia. Por ello no viene mal rescatar la declaración que en su momento (Córdoba 30.3.95) realizaron dichos sacerdotes:
“Nosotros, delegados regionales de los grupos de sacerdotes que queremos estar junto a los pobres y su liberación, sabemos que somos miembros de una institución que dio mártires como Angelelli, Mugica y tantos otros, y a su vez llevamos el peso de grandes claudicaciones que no alcanzan a borrarse con declaraciones. Por eso, a la vez que no nos negamos a revisar continuamente nuestro pasado, con gran pobreza pedimos humildemente perdón. A su vez, queremos expresar:
Nuestro dolor y arrepentimiento, como miembros de la Iglesia, por aquellos hermanos nuestros, de diferentes instancias ministeriales, que participaron y/o legitimaron los actos de violencia o represión. Sabemos que los hubo, y queremos -en consonancia con lo que nos pide Juan Pablo II- hacer un examen de conciencia, que no se limpia con una sola confesión, en orden a que se haga justicia.
Nuestro dolor y solidaridad con las víctimas, la mayoría miembros de la iglesia, laicos y laicas, sacerdotes y religiosos/as, obispos y otros cristianos, a quienes, en comunión con lo que el mismo Papa nos pide y se publiquen o no las listas, consideramos hermanos nuestros y mártires del Reino y de la Justicia.
Nuestro dolor y acompañamiento frente a tantos, cristianos o no, víctimas de esta política de hambre y desocupación, y el rechazo a este plan de violencia y represión que genera un clamor que Dios escucha y reclama justicia”.

¡Hasta mañana!

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