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El arte de las ermitas, una expresión que crece

Con las sikuriadas, las ermitas hacen al modo tilcareño de decir la fe en el dolor de María y, la pasión y resurrección de Cristo.
Sabado, 31 de marzo de 2018 13:29

TILCARA (corresponsal) El arte no es ajeno a la vida cotidiana, y acaso algún día se emprenda la escritura de nuestra historia a través del análisis de las ermitas que se alzan en Tilcara para la procesión pascual. En más modesta medida, podemos decir que se dejaron de lado las composiciones abstractas, que habían llegado a su cenit con las dirigidas por Julia Leaño, pero aclarando que es abstracto el detalle de toda obra plástica realista. Tampoco están ya las tridimensionales que caracterizaron los últimos años de gestión de Walter Apaza en el museo Soto Avendaño, pero que la hechura del Cristo crucificado es conmovedora.

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TILCARA (corresponsal) El arte no es ajeno a la vida cotidiana, y acaso algún día se emprenda la escritura de nuestra historia a través del análisis de las ermitas que se alzan en Tilcara para la procesión pascual. En más modesta medida, podemos decir que se dejaron de lado las composiciones abstractas, que habían llegado a su cenit con las dirigidas por Julia Leaño, pero aclarando que es abstracto el detalle de toda obra plástica realista. Tampoco están ya las tridimensionales que caracterizaron los últimos años de gestión de Walter Apaza en el museo Soto Avendaño, pero que la hechura del Cristo crucificado es conmovedora.

Vale decir: se ha dejado atrás lo que pudiera haber de experimentación, pero no por ello se ha perdido el arte, sólo que de un modo más conservador. Alguna ha abusado del dibujo, generando obras muy explícitas que bordean la frontera de lo que es una ermita: trabajo colectivo con frutos de la tierra, suerte de collage reducido a pétalos, frutos, semillas, hojas, tierra. Pero por lo mismo, por la búsqueda de un mayor realismo, acaso el mensaje evangélico puede ser más claro.

Y no es que haya una ligazón definitiva entre el realismo y el mensaje, por lo que toda nueva tendencia, sea cual sea, pierde en algunos aspectos para fortalecer otros, y así, año a año, el arte de las ermitas se recrea a si mismo, se enriquece y actualiza, pesándole a aquellos que se resisten a lo nuevo pero cosechando otros aplausos.

Si en el detalle, dijimos, se fortalecen elementos de virtuosismo plástico y de arte por el arte mismo, lo que no es arte en el vacío, el marco agrega nuevas perspectivas: damos unos pasos hacia atrás y las podemos contemplar en el contexto de la arquitectura del casco céntrico, con algunas fachadas viejas que aún perduran, y contra la formación de cerros que no puede serle ajena.

Así, el arte da lugar, sin perderse a si mismo, a la expresión de la fe. Pero lo hace, porque no puede haber fe sin personas, por medio de una cultura y por medio del momento en que se vive esa cultura. De ese modo, las que hace décadas empezaron por ser meros arreglos florales para que delante de ellos se detenga la procesión, fue llegando a ser lo que hoy es: expresiones artísticas más refinadas, donde va pesando más la mano del artista que las dirige, sin por ello perder su esencia colectiva, familiar, comunitaria.

Quien las ve, puede ignorar todo esto, pero todo este hace a lo que ve. Tilcara ha llegado, de este modo, a expresar su fe pascual por medio de dos artes que le son propias a su personalidad: las bandas de sukuris que acompañan el andar de las imágenes sagradas, que es en cierto sentido el tiempo en que transcurre su fe, y las ermitas donde la procesión se detiene, que es de algún modo su estar en el mundo.

Las fotografías, para quienes no pudieron estar presentes, dirán el resto, porque no todo lo que es arte puede ser reducido a las palabras sin perder demasiado. La invitación queda abierta, para el 2019, para aquellos que aún se deben conocer la ancha dimensión de esta artística viva, en constante proceso de modificación y enraizada a la vez, nuestra y abierta a lo que en el mundo de las plásticas pueda ofrecerle el mundo.

Productos de exportación

Además de la exposición de las ermitas en nuestras calles pascuales, algunas salen a recorrer el mundo. Una de ellas está expuesta en el Seminario Mayor, y dice Miguel Quispe que “la que hicimos el año pasado, realizada en homenaje a la Divina Misericordia, porque me ayudó a recobrar la salud, la teníamos guardada y en estas Pascuas llegó gente de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, que son devotos de la Divina Misericordia con una capilla que la tiene por patrono”. Nos cuenta que “nos preguntaron qué posibilidad había de que se la cediéramos, y accedimos a donársela por lo que gustosamente nos van a ayudar en la próxima Semana Santa, con materiales para la construcción de nuevas ermitas. La donamos con alegría, así que se va a San Nicolás. Los que la hacemos somos todos familiares, las familias Sanguineo, Quispe, Ocampo, Pérez y Paredes. El diseñador es Fabio Paredes, que desde hace cinco años es quien la dibuja y la dirige”.

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