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Natalicio de Zerpa y aniversario del fallecimieto del "Churqui"

El poeta puneño Domingo Zerpa nació en 1909, y el poeta tilcareño Germán "Churqui" Choquevilca, falleció en 1987.

Viernes, 20 de diciembre de 2019 01:02

La literatura jujeña tiene por estos días dos fechas importantes. Un día como hoy, 20 de diciembre pero de 1909, nacía el poeta Domingo Zerpa; y un día como mañana, 21 de diciembre, pero de 1987, fallecía el poeta Germán "Churqui" Choquevilca.

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La literatura jujeña tiene por estos días dos fechas importantes. Un día como hoy, 20 de diciembre pero de 1909, nacía el poeta Domingo Zerpa; y un día como mañana, 21 de diciembre, pero de 1987, fallecía el poeta Germán "Churqui" Choquevilca.

 

Domingo Zerpa nace en Runtuyoc, Abra Pampa, y el amor de su vida fue la poeta santafecina Dora Blanca Tregini.

 

Desde la Comisión de Recuerdo "Al poeta Domingo Zerpa", retomamos estos dos momentos.

Domingo Zerpa nace el 20 de diciembre de 1909, en Runtuyoc, Abra Pampa. Se casa con Dora Tregini, poeta santafecina y compartieron juntos más de seis décadas, hasta el 20 de mayo de 1999, día de su muerte en San Salvador de Jujuy.

El poeta puneño instala "El Tajo" (uno de sus poemas), antes de la llegada del conquistador español, como una metáfora de nuestra América profunda. Nos habla de dos frutos conocidos y trabajados desde tiempos inmemoriales y de dos bellos animales y nos dice: "Esta América nuestra, la del maíz y el cóndor / el tomate y la alpaca" y realiza un dibujo o una pintura poética de la realidad histórica, política, cultural y social de nuestra Latinoamérica, porque nos dice: "la que tiene los ojos a la altura de Méjico/ y los pies en la Antártida".

Allí, en la tierra del Gran Moctezuma, abrió despiadadamente sus fauces el conquistador europeo y con su tecnología de fuego, el empleo del caballo y la astucia; pudo más, para imponer su poderío, sus creencias, sobre millones de seres y quedar dueño de nuestro naciente subcontinente.

OBRA DEL “CHURQUI”

El poeta sigue armando su estructura gigantesca, describe la forma del cuerpo y nos habla de una herida y de sus causas, cuando anota: "la del tórax de atleta / y el tajo en la garganta, / -hechura de los yanquis - / ahí nomás, entre Colombia y Nicaragua." Estos versos nos retrotraen a los inicios del siglo XX, cuando se intentaba llevar adelante una obra de comunicación inter oceánica, a lo que diere lugar. Colombia no acepta el planteo del nuevo imperio y debe someterse a una fractura de su territorio", como dice Zerpa "el tajo en la garganta".

Luego, deja el dolor para mostrar una cara diferente, la que logra reintegrar, resarcir al hombre latinoamericano, llevarlo por el camino de los sueños y colores a través de la música y de la danza y dice: "Esta América nuestra, la de los taquiraris y las cumbias, / la del tango y la samba; / la de Julián Aguirre y Villa Lobos...". Habla aquí de dos destacados autores, de fines del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, Aguirre, argentino y Villa Lobos del Brasil, quienes sobresalieron como autores de canciones de mucho reconocimiento.

A continuación, deja la música y mira a Méjico con dos grandes muralistas y una admirable poeta cuando dice: "La de Orozco y Rivera / hermanos de Sor Juana,", para luego unir el Pacífico con el Atlántico, en una sola paleta de colores, entre el Ecuador y Brasil al mencionar: "la de Guayasamín por el Pacífico, / y la de Portinari por donde sale el sol cada mañana".

Reinicia con su verso indicativo y vuelve a la música y marca una cualidad de la tierra morena: "Esta América nuestra, profunda como el huayno, / dulce como la caña, / ...". Luego, pasa a nombrar a un grupo de escritores con obras conocidas y de distintos países latinoamericanos: "la de Eustasio Rivera y su ‘Vorágine’, / la de los dos Arguedas, la de Icaza, / la de Ciro Alegría y Rómulo Gallegos".../ y la relación de estos autores con su medio natural: "praderas encendidas, punas altas - // Esta América nuestra, la del gran Amazonas, / la de las cataratas / con su vellón de espumas, río abajo, / en busca de calandrias."

Sigue describiendo el paisaje y nombrando los lugares más emblemáticos de esta tierra y dice: "Esta América nuestra, la del lago en el cielo: / Titicaca; / la del cielo entre nubes: / Cotopaxi, Aconcagua; / la de los ventisqueros patagónicos / y la del gran misterio de las islas de Pascua".

Va cerrando su dibujo y nombra a dos de los más grandes Poetas, que se abrazan desde lejanas latitudes y se reconocen como propios, con una sola voz, con una sola esperanza, ante tanta angustia y tan inmenso dolor, como el "Tajo" de Domingo Zerpa, cuando expresa: "Esta América nuestra la de Pablo Neruda, la de Rubén Darío / y su apóstrofe a Roosevelt en lengua castellana" y aquí une con el Canto del poeta nicaragüense su propio Canto: "Esta América nuestra, la del tórax de atleta / y el tajo en la garganta, / ... / ahí nomás, entre Colombia y Nicaragua."

El poeta Domingo Zerpa, sueña y nos dice: "Esta América nuestra, toda unida; sinceramente pura, sin metáforas, / como en los tiempos de antes... / Moctezuma, Atahualpa".

"Churqui" se fue y sus poemas quedaron dispersos en el viento...

Un 21 de diciembre de 1987, cuando ya el ruido del nacimiento de "El Salvador" se pronunciaba por los aires de Tilcara, el nombrador del silencio se despedía para siempre. Sus poemas quedaron dispersos en el viento de su tierra y de su gente.

El escritor José Méndez nos dejó una impronta en Dimensión y Presencia de German Churqui Choquevilca, cuando escribió: "’Churqui’ se fue en el umbral del verano, el día de Capac Raimi, cuando el solsticio baña el continente austral. Ese 21 de diciembre, aún nos duele; pero, como el Gran Maestro que era, nos dejó su obra que está leudando en el tiempo y florecerá seguro, en el fruto de su siembra".

Sus poemas quedaron dispersos en el viento y su preocupación por la vida de la gente de su pueblo, lo llevó a tejer la urdimbre de un poema de largo aliento: "Zafra", donde ve: "Un campo de estrellas sin Dios ni horizonte"... "Un Cristo encorvado de poncho y ojotas" ... "se ensucia de sangre la verde maloja"...

Mirando al este de su pueblo quebradeño, reflexiona sobre la ruda tarea y dice: "Sentado a la sombra de un viejo algarrobo / un hermano nuestro, su invierno deshoja ...". (colaboración especial de Jorge Eraclio Albarracín).