En el deporte y en la vida en general, de las equivocaciones vividas deben quedar enseñanzas. Es la única manera de mirar el futuro con optimismo, sabiendo que no se "tropezará dos veces con la misma piedra", tal cual reza el dicho popular.
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En el deporte y en la vida en general, de las equivocaciones vividas deben quedar enseñanzas. Es la única manera de mirar el futuro con optimismo, sabiendo que no se "tropezará dos veces con la misma piedra", tal cual reza el dicho popular.
La dirigencia de Gimnasia está frente a una encrucijada enorme. A pocos días de haber terminado para el club la temporada 2018-19, el balance dejó un saldo negativo en lo deportivo y es consciente que debe elaborar un proyecto serio de cara a lo que se viene, porque en caso contrario el descenso será inevitable. Y el dilema es dónde conseguir el dinero para armar un plantel competitivo en medio de la crisis.
La AFA de Claudio "Chiqui" Tapia, que llegó al poder gracias precisamente al interior, se cansó de dejar en claro su preferencia al fútbol metropolitano. De entrada quiso la separación, pero fracasó gracias a la intervención de la Superliga. Entonces, se dijo que por única vez la B Nacional no tendría descensos. Y de repente, a semanas de arrancar la competencia, se estableció que habría dos, con el agravante que sí se dividió a los del interior por un lado y los de la metropolitana por el otro. Así bajarían uno y uno. Poco importó el sentido de la igualdad que tiene el fútbol, donde históricamente los peores de la tabla del promedio fueron los que descendieron sin importar su procedencia, ya sea dos, tres o cuatro. En fin.
El técnico Martín Astudillo, ratificado de la campaña anterior, armó un plantel con jugadores de la divisional y sin figuras ni nada por el estilo. Además, había perdido la columna vertebral del anterior grupo con las idas de Burrai, Manchot, Matricardi, Tesuri y Asenjo.
El "Pulpo", estudioso y amante del fútbol ofensivo, consiguió darle un buen funcionamiento al nuevo Gimnasia, pero la pelota no entró.
Los números fríos comenzaron a jugarle en contra y le pidieron la renuncia.
Asumió interinamente Carlos Morales Santos, quien estaba a cargo de las inferiores. Y con "Jairo", los muchachos mostraron una mejoría en cuanto a resultados: ganaron dos partidos al hilo. Y si bien en ambos fue la figura el arquero De Giorgi, el DT fue confirmado en el cargo y se le dio la oportunidad a un hombre de la casa.
Pero su mayor error fue cuando Diego Auzqui, el enganche titular del equipo, exigió irse, pagando la cláusula de recisión. Auzqui no es un jugador regular, pero es el único que entendía el juego. Y en su lugar llegaron un centrolantero (Martiñoñes) y un central (Machuca).
El equipo perdió el rumbo. Tampoco ayudaron algunos arbitrajes polémicos. La mística del inexpugnable "23 de Agosto" también cayó.
La pésima campaña de Olimpo daba aire siempre, pero cuando logró aquella resonante victoria ante Mitre, la Comisión Directiva jujeña selló el destino del paraguayo: tenía que irse porque el descenso merodeaba. Fueron 5 fechas sin festejos.
En cuestión de horas y luego de varios llamados, el elegido fue Marcelo Herrera. "Popeye" agarró el fierro caliente. Y aunque hubo una leve mejoría, Olimpo siguió perdiendo y así se fue al descenso solo.
En la campaña 2019/2020 ya no habrá promedios y se habla de seis descensos, tres y tres. Será durísimo.
No se puede fallar ahora. Habrá que armar un plantel con jugadores de jerarquía, con recambio, más los chicos de la cantera.